"Próximamente, una reforma de la seguridad
social que parece apuntar a que los propios pasivos sean quienes paguen el pato
de la boda.
En efecto, ideas como aumentar la
edad de retiro, incrementar los aportes de los trabajadores y disminuir los de
los empresarios o pensar la cuestión en términos de si el jubilado recibe más o
menos de lo que aportó van en la línea de diseñar el sistema previsional como
un negocio que debe, al menos, no dar pérdidas, sobre todo si en vez de ser
universal, sigue compartimentado, dejando aparte los regímenes de privilegio
como el de las cajas militar, notarial o profesional. Pero hay otra manera de
pensarlo, que muchos compartimos, que es que el sistema debe ser una
herramienta más de redistribución de la riqueza y que, por lo tanto, no es
anómalo ni negativo que se lo equilibre con recursos provenientes de tributos a
la riqueza y las ganancias.
Creo que es legítimo pensar que si
las ideas que mencionamos prosperan (y ello es más probable si la discusión y
la resolución se hacen en términos de velocidades supersónicas, si también este
tratamiento es exprés), dentro de un año estemos otra vez juntando firmas para
que la ciudadanía derogue lo hecho. Por eso sería una gran idea que la
soberanía se le devuelva al pueblo (del cual emana, según nos enseñó Artigas) y
se le permita decidir en plebiscito entre dos reformas de la seguridad social:
una para seguir protegiendo al malla oro y otra para defender, por una vez, a
los integrantes del pelotón de retaguardia."
(Brecha numero 1834 pagina 8, autor Benjamin Nahum, fragmento)
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