El
influyente semanario alemán Der Spiegel dedicó su última edición a analizar:
“¿Tenía razón Marx después de todo?”.
Siempre
sostuvimos que había que buscar la chispa que encendiera el gran antagonismo y
organizar simbólicamente y en forma pacífica las batallas políticas que se
vienen. Aquello de empezar a sentir el trepidar de los cascos de la historia.
Luchando por la utopía de Rosa Luxemburgo, que soñaba con un mundo donde seamos
socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. La respuesta
fue el sarcasmo para exhibirnos como idealistas ignorantes de la realidad: el
capitalismo está cada vez más fuerte, ha sido el único sistema exitoso en la
historia de la humanidad, superador del esclavismo, del feudalismo y del
socialismo.
Pues bien,
las semillas sembradas durante tantas décadas por la izquierda marxista,
comienzan a dar sus frutos. Y los sonidos más intensos surgen de los clarinetes
de la orquesta capitalista. Ya el ultraconservador semanario británico,
patriarca de la biblia neoliberal, The Economist, editorializó preparándose
para “el regreso del socialismo porque ofrece una crítica acertada de todo lo
que ha ido mal en las sociedades occidentales”.
Pero el
gran impacto ocurrió en el inicio de este 2023, sorprendiéndonos a todos el
influyente semanario Der Spiegel, el más importante de Alemania y el más leído
en Europa con más de un millón de ejemplares semanales vendidos, quien dedicó
toda la tapa de su última edición del año a la figura del genio de Tréveris,
Karl Marx, vestido de activista ecológico acompañado de un título que dice:
“¿Tenía razón Marx después de todo?: bajo el capitalismo no hay destino viable
para la humanidad”.
El tema
central de ese voluminoso número es: ¿el fin del capitalismo?, abordado por
tres columnistas bajo las firmas de Thomas Schulz, Susanne Beyer y Simon Book.
Dado su innegable interés, me decidí a reseñarlo, con la mirada puesta sobre
todo en las opiniones del alto mando del capitalismo mundial, preparando su
retirada estratégica.
El
semanario alemán cita al multimillonario Ray Dalio, fundador del mayor fondo de
cobertura del mundo, poseedor de 22 mil millones de dólares, afirmando que “el
capitalismo ya no funciona para la mayoría de la gente, la mayoría de los
ingresos han crecido poco o nada a lo largo de las décadas, mientras los
ingresos del 1% más rico casi se han triplicado desde 1980 cuando comenzó la
era neoliberal moderna”. La solución propuesta por Dalio contiene un solo
vocablo: REDISTRIBUCIÓN.
Y agrega el
informe del semanario: “La riqueza y la prosperidad solo se distribuyen de
forma unilateral, los que una vez fueron pobres siguen siéndolo apenas hay rastro
de igualdad de oportunidades. Dalio exige que se ponga fin a esto. El
capitalismo necesita una reforma urgente y fundamental. De lo contrario,
perecerá y merecidamente”.
Describe lo
que está pasando en el seno de las más grandes empresas capitalistas
preocupadas por el futuro de este sistema de dominación: “Ahora el Estado debe
tomar el relevo. En las empresas, desde Bosch hasta Goldman Sachs, se habla de
poner, por fin, los intereses sociales por encima de los de los accionistas”. Y
añade: “¿Podemos seguir con este orden económico, con un capitalismo asesino
del clima que se recorta para conseguir más y más; más y más consumo,
beneficio, crecimiento y que al mismo tiempo produce cade vez más más y más
injusticia?”.
Luego
intenta una explicación: “En el pasado el capitalismo industrial proporcionaba
una prosperidad y un crecimiento tan constantes que nunca fue posible aplicar
enfoques nuevos sobre cómo queremos gestionar, trabajar y compartir. La
historia demuestra que mientras el sistema produzca suficientes ganadores,
incluso sus excesos más evidentes son difíciles de revertir. Mientras tanto,
las debilidades son tan evidentes que no hace falta recurrir a teóricos como
Marx o Thomas Piketty: la globalización se nos ha ido de las manos, casi todas
las ganancias de prosperidad acaban en manos del 10% más rico de la población.
El consumo demencial de recursos está arruinando el planeta. La industria
financiera se entrega a nuevos excesos”. Referencia además al historiador
económico británico Adam Tooze en su obra ‘Bienvenidos al mundo de la
policrisis’. Y al joven profesor de filosofía, el japonés Kohei Saito, quien
aportó las pruebas en su libro ‘La ecología de Marx en su Crítica inacabada del
capitalismo’, que verificaron que Marx ya había reconocido hace 150 años los
peligros para el planeta, derivados del capitalismo, proponiendo que “ahora es
el momento de tomarse en serio las propuestas de Marx, no más crecimiento,
simplemente hay que distribuir mejor la riqueza existente”. Y agrega el
profesor japonés de la Universidad Humboldt de Berlín: “el colapso del planeta
sólo puede detenerse mediante un sistema postcapitalismo en el que no haya más
crecimiento, la producción social se ralentice y la riqueza se redistribuya de
forma selectiva”.
Insisten
los tres autores del informe: “Hasta hace poco se habría propuesto una solución
a todos estos problemas: el mercado lo resolverá. Pero ¿quién se lo cree
seriamente hoy en día todavía? Sobre todo, teniendo en cuenta el gran
multiplicador de todas las distorsiones, la crisis climática. Desde hace años
en los países industrializados se extiende una cólera palpable contra el
capitalismo. No por razones ideológicas, sino porque los alquileres se
disparan, porque la propiedad se ha vuelto inasequible. ¿Por qué aceptar una
máquina de prosperidad que devora recursos si ya no produce prosperidad para
todos?”.
La polémica
investigación que difunde Der Spiegel sostiene que “en estrellas jóvenes
menores de 30 años está surgiendo un cambio de emociones: frustración,
resignación, ira y un nuevo amor por las ideas socialistas”. La congresista
Alexandria Ocasio-Cortez, de 32 años, es una estrella con más de 20 millones de
seguidores en las redes sociales y exige un impuesto sobre la renta del 70%
para las rentas más altas.
Der Spiegel
encargó al Instituto de Estudios de Opinión (CIVEY) una encuesta para conocer
la opinión de los alemanes sobre el causante de la crisis climática. La mitad
de los alemanes lo atribuyeron al sistema capitalista.
En el
informe se afirma que la portavoz de Fridays for Future en Alemania, Carla
Reemtsma, de 24 años, propone: “Nosotros, como sociedad, deberíamos volver a
ocuparnos de las cosas colectivamente. En el transporte, en lugar de
subvencionar los coches individuales, el Estado debería promover el uso
compartido del coche, la expansión del ferrocarril y los carriles bici de los
que todos se benefician”. Y añaden una sorprendente declaración de Glen Hubbar,
quien fuera el principal asesor económico del entonces presidente de EE.UU., el
ultraconservador George W. Bush: “Un sistema económico de éxito permanente debe
elevar el nivel de vida del mayor número de personas; parece cuestionable que
el capitalismo actual permita amplias ganancias de prosperidad, mientras, en
cambio, aporta mucha prosperidad a unos pocos”.
Acude
también el prestigioso semanario alemán a difundir en el informe señalado las
propuestas de Mariana Mazzucato, italoamericana, nacida en Roma y criada en
EE.UU., profesora de Economía en el University College de Londres, “hoy
convertida en la economista más influyente del mundo actual”. La presenta así:
“Mazzucato no tiene en mente ni una economía socialista planificada, ni una política
industrial alcahueta en la que los funcionarios del ministerio gestionan las
empresas. Pero sí, sostiene, que el mercado por sí solo no tiene ninguna
oportunidad en la lucha contra los retos del siglo XXI. Se imagina un Estado
emprendedor que incentive a las empresas a invertir su dinero en objetivos de
más alto nivel, lo que está haciendo el ministro de economía alemán, Habeck,
con iniciativas sacadas directamente del manual de Mazzucato. Pero cómo
hacerlo. Sencillamente dice la economista, no solo orientando cuidadosamente a
empresas y sectores industriales enteros en esa dirección, sino obligándolos;
incentivos como un impuesto sobre CO2 están muy bien, pero sería más eficaz si
se exigiera a la industria que utilizara solo cemento verde y el Estado ayudara
económicamente al cambio. El culpable dice Mazzucato es un importante defecto
de diseño del capitalismo accionarial moderno que permite a las empresas
invertir sus beneficios no en innovación, sino en transacciones financieras y
recompra de acciones, de las que solo se benefician los inversores”.
Los
editorialistas se preguntan si es posible un postcapitalismo sin crecimiento. Y
explican que en marzo de 1972 se publicó ‘Los límites del crecimiento’, el
primer estudio exhaustivo sobre las consecuencias de la incesante expansión
humana. Fue encargado por el Club de Roma, organización sin fines de lucro que
trabaja por un futuro sostenible desde 1968. En aquel momento —dice el informe—
los científicos utilizaron nuevos modelos informáticos y llegaron a una
conclusión clara: los recursos del planeta no permitirían un crecimiento
constante de la economía y la población más allá del año 2100. El estudio fue
duramente criticado y sus conclusiones rechazadas categóricamente por muchos
opositores, incluso en las décadas siguientes, aunque los cálculos se
confirmaron una y otra vez.
No queda
fuera de esta investigación la opinión de Robert Solow, galardonado con el mal
llamado ‘premio nobel de economía’ por sus brillantes investigaciones. Dice
Solow: “Básicamente nada depende del tamaño absoluto de una economía. Así que,
si la mayoría de una población decide reducir su huella ecológica consumiendo
menos bienes materiales y aportando más por el ocio y los servicios, desde un
punto de vista económico no hay absolutamente nada que lo impida”. Sin embargo
—advierte Solow— hay que vivir con las consecuencias durante un período de
transición, empezando por el aumento del desempleo y terminando por la
disminución de los ingresos. Por ello —agrega—, muy pocos economistas quieren
prescindir por completo del crecimiento y en su lugar están pensando en formas
más suaves de retirada, lo que significa sobre todo, separar el crecimiento
correcto del incorrecto; por ejemplo creciendo masivamente en energías
renovables pero recortando la industria petrolera, o sustituyendo las fábricas
de acero por start-ups digitales.
La
investigación agrega por su parte que de hecho, cada vez son más las empresas
que intentan encontrar su propio camino hacia
el postcapitalismo, el post crecimiento. Informa que hace 3 años, las
200 mayores empresas estadounidenses declararon en un comunicado conjunto que
en el futuro ya no se comprometerían solo con sus accionistas, sino con todas
las partes interesadas, clientes, empleados y socios comerciales, es más con la
sociedad en su conjunto. Este fue un gran paso para ‘Bussiness Roundtable’, la
asociación empresarial más poderosa del mundo en la que se han unido numerosas
y grandes empresas desde Apple a Goldman Sachs. Hasta ahora solo se habían
comprometido con sus accionistas. Allí se aplicaba el famoso lema neoliberal de
Milton Friedman: “La responsabilidad social de las empresas es aumentar sus
beneficios”.
Cerrando
este tema, los tres articulistas advierten que “queda por ver qué es palabrería
de relaciones públicas y qué es serio. No todas las empresas se comportarán de
forma tan sostenible como el gigante estadounidense de artículos deportivos,
Patagonia, que destina todos sus beneficios a la protección del medio ambiente.
Pero los pequeños pasos ayudan. Su competidor Adidas, por ejemplo, ha decidido
dejar de utilizar poliéster de nueva producción para todos sus zapatos y
textiles deportivos a partir de 2024 y utilizar únicamente plástico reciclado”.
El informe
que difunde Der Spiegel como tema central de su edición es bastante alentador
para la humanidad, sobre todo porque explora los cambios culturales que se
están produciendo en los círculos dirigentes del capitalismo mundial, no por su
generosidad que siempre la han retaceado sino por el espíritu de sobrevivencia.
El susto aviva al mamado, diría Topolansky.
Así
culmina: “Es probable que la época del neoliberalismo que ha durado décadas
haya llegado por fin a su fin. Desde principios de los años ochenta, la
creencia de que los mercados son más sabios que el Estado había unido a todos
los bandos políticos. Décadas de mercados descontrolados condujeron directamente
a la crisis financiera de 2008, que también anunció el fin del neoliberalismo.
Las intervenciones masivas del Estado que salvaron a la economía del colapso en
aquella época debían entenderse como el heraldo de un nuevo orden que sustituía
al neoliberalismo como afirma el historiador económico Tooze. Quizás el último
clavo en el ataúd fue la pandemia. Una vez más, los gobiernos tuvieron que
intervenir para evitar lo peor. Existe
la sensación de que hemos llegado a un punto de inflexión”.
El
excelente informe que nos trae Der Spiegel con datos extraídos del riñón de los
defensores del capitalismo, nos llevan al capitalismo primitivo de Adam Smith
cuando afirmaba sin imaginarse el futuro de su sistema, que “no puede haber una
sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y
desdichados”. Platón ya lo proclamaba a los atenienses hace 2.500 años: “Entre
los ciudadanos no debiera existir ni pobreza extrema ni tampoco riqueza
excesiva pues ambos engendran un gran mal”. Qué dirían ahora Platón y Adam
Smith el padre del capitalismo.
Las cifras
del oprobio son escalofriantes. En el mundo capitalista de la abundancia, muere
una persona de hambre cada 3 segundos y hay 800 millones de hambrientos. Cada
año mueren 10 millones de niños menores de 5 años, y la mitad de esos niños
mueren de malnutrición. 12 millones de niños mueren anualmente por enfermedades
curables. Mil millones de seres humanos viven con un dólar por día y otros mil
millones no llegan a los 2 dólares por día. El 45% de la población mundial no
tiene acceso al agua potable y 2.600 millones no tienen saneamiento, mientras
115 millones no acceden a educación primaria.
Veamos la otra cara de esta moneda. 80 personas detentan la riqueza de
2.300 millones de hombres y mujeres. En el 2008 eran 1.200 los super ricos,
diez años después se redujeron a 80 y ahora 5 años después son 26 las personas
que poseen lo mismo que 3.800 millones de seres humanos, según Oxfam
internacional. Desde el 2010 el 75% de la riqueza producida en el mundo fue
captada por el 1% de sus habitantes, mientras el 99% de la humanidad solo
recibe el 25% de la riqueza restante.
En EE.UU.
país que se considera a sí mismo el pontífice de la democracia y la igualdad de
oportunidades para todos los norteamericanos, el 1% de su casta privilegiada se
apropió del 34.9% de la enorme riqueza de ese país. Su presidente Ronald Reagan ya había
defendido esa posibilidad en los años 80 cuando declaró sin rubor que “los ricos
producen riqueza, los pobres la utilizan”. Quizás seguía los consejos del
financiero norteamericano Bernard Baruch que años antes sostuvo que el gerente
de una empresa debe ganar 50 veces el salario de un trabajador. La realidad del
capitalismo lo superó. Hoy ganan en EE.UU. 500 veces más.
La estampida
que se está produciendo en la cúpula directiva del capitalismo mundial es una
buena noticia, pero nada se conseguirá sin el despertar de los pueblos, cuando
aún persisten sectores de pobreza que creen en la bondad del sistema que les
brinda la posibilidad del consumismo irracional. Cuánta razón tenía Albert Camus cuando
descifraba “ellos mandan porque tú obedeces”.
Ahora me acuerdo de aquel pensamiento de Eva Perón: “triste el pobre que
oliendo bosta se cree el dueño de las vacas”.
Completemos la idea con el pensamiento de Voltaire: “si los pobres
comienzan a razonar, todo está perdido”.
Somos más y
nuestras ideas son mejores.
No hay que
desperdiciar la coyuntura especialísima que hoy nos ofrece la historia.
El
postcapitalismo ya está en la agenda.
Extraído de
Caras & Caretas número 1103 del 27 de enero de 2023. Titulo Original: “Desde
las entrañas del sistema de dominación se viene preparando una retirada estratégica
¿El fin del capitalismo?. Autor: Federico Fasano Mertens