sábado, 2 de marzo de 2019


El precariado como clase social

La etimología de la palabra precario, se remonta a “precarius” que es aquello que se obtiene a través de un pedido o ruego. En el derecho romano el contrato que se denominaba “precarium” era aquel tipo de contrato donde el que recibía un bien, lo recibía bajo la condición de que le podía ser quitado en cualquier momento, existe aun en nuestro país la figura del “ocupante precario” que además de dar pocos derechos, es casi vergonzante. La precariedad en un animal común en la fauna del paisaje laboral universal, y lo empieza a ser también en la de nuestro  país.
El precariado es hoy una nueva clase social (es la clase emblemática del capitalismo financiero), caracterizada por la inestabilidad laboral la inseguridad en planificar el futuro y la pérdida de control sobre los tiempos de su vida; desaparecen las viejas estructuras temporales: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de ocio, el tiempo es uno: sobrevivir . Aunque la vieja sociedad salarial aun existe y resiste, está retrocediendo lenta y sostenidamente.  El capitalismo mutante implica la deslocalización productiva y la penetración de las nuevas tecnologías y  ha traído consigo a la aplicación y  a los nuevos desempleados, a mas excluidos y al precariado como clase.
 Esta nueva clase admite sin embargo una subdivisión, entre lo que podríamos llamar precarios formados o supercapacitados, se trata de personas muy capacitadas que escapan a la sociedad del trabajo, el trabajo es para ellos un medio y no un fin, no temen al desempleo ni a las carencias económicas momentáneas; prefieren disponer libremente de su tiempo antes que trabajar de una manera metódica y fija.  También dentro de este grupo encontramos a los precarios que aun con deseos de un empleo fijo y tradicional, se ven obligados aceptar trabajos por debajo de sus cualificaciones, padecen una frustración de status.
Frente a esta precariado voluntario tenemos al precariado tradicional, que se integra por obreros industriales desplazados, inmigrantes, madres solteras, cincuentones, personas jóvenes que por su condición social quedan afuera del mercado de trabajo. Admite este grupo una subdivisión mas, entre aquellos que tienen una tradición proletaria, por ser ex trabajadores o hijos de trabajadores, pero que no pueden acceder a un puesto de trabajo tradicional, forzados a trabajar básicamente en el sector servicio ; sectores sensibles a la penetración de utopías tradicionalismo, propias de fascismo que se cuela por cada rendija. También dentro de este precariado que denominé tradicional encontramos al típico ciudadano condenado a ser un ciudadano de segunda, social y culturalmente sometidos a una capiti diminutio consensuada en las clases dominante,  muchas veces bien vista y mansamente aceptada.  En nuestro país son ejemplo los trabajadores del servicio domestico, que tuvieron que padecer 200 años para que se les reconocieran derechos mínimos como  una jornada de trabajo limitada, al acceso a la seguridad social, un salario mínimo.
El precariado no está totalmente  desempleado, sin embargo está obligado a aceptar un trabajo inestable, en condiciones poco dignas y sin protección social de ningún tipo, tampoco tienen un sindicato que los defienda. El trabajador precario está sometido a las exigencias del “pedido ya” y su situación de explotación no tiene ni día, ni hora, ni lugar; la aplicación te atrapa en el más recóndito sitio, tiene solo los límites de la señal de internet; para el trabajador precario nunca suena el timbre de la salida. El trabajo temporal se ha transformado es un statu quo permanente;  la pérdida de control sobre su vida es algo normal para el trabajador precario.