domingo, 30 de octubre de 2022

Detrás del contrato de trabajo hay una cierta esclavitud

 

Yo digo que detrás del contrato de trabajo hay una cierta esclavitud que algún día va a cambiar, algún día el hombre se va a poder hacer dueño de su trabajo y del valor de su trabajo sin la intermediación de nadie.

Porque en definitiva que yo entregue la tercera parte de mi día a un extraño, para que él me la maneje y para que me dé a cambio nada más que para poder comer yo y mi familia, es una injusticia social básica. Esto es explotación del hombre por el hombre.

La explotación del hombre por el hombre tiene una raíz ética absolutamente injusta, esa injusticia está sucediendo hoy día, por eso, uno insiste mucho en la protección.

Al trabajador nunca se le paga el real valor que tiene su trabajo en el mercado. Este es el famoso tema de la plusvalía. El trabajador vende su energía metida en el producto que crea, producto del cual otro se apropia.

Porque algún día esto va a tener que cambiar, porque no hay derecho a que el capital se forme con el monto de lo que se le deja de pagar al trabajador por su energía consumida. Una sociedad auto gestionada puede hacer eso.

Mientras esto sucede, uno siente como imprescindible la protección del derecho del trabajo. Aunque nosotros luchemos para algún día no haya explotación del hombre por el hombre, en el mientras tanto debemos de seguir protegiendo a quien pone su vida y su cuerpo al servicio de los intereses económicos de otro. Luchemos para que usted no tenga que darle a otro ocho horas de su vida, en el mientras tanto debemos de seguir protegiendo.

Porque usted cuando trabaja prácticamente abdica de sus libertades, por ejemplo: no puede ver a su familia, no puede ir a ver un hijo si está enfermo, a veces siquiera puede reírse o conversar con sus pares. Es decir, son una cantidad de abdicaciones, en un largo periodo del día, cosa que tiene que cambiar.

Mientras no cambie tenemos que proteger al hombre en situación de trabajar, porque está en una condición de inferioridad, de desigualdad permanente. La protección es el mandato esencial del derecho del trabajo; pues el hombre sacrifica mucho en ocho horas.

               

jueves, 20 de octubre de 2022

La inflación pega mas fuerte en los hogares pobres

 

La inflación se aceleró en setiembre rozando el 10%

El dato

Se dieron a conocer los últimos datos de inflación correspondientes al mes de setiembre por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE). A nivel general, el aumento de precios durante los últimos doce meses se aceleró por encima de las expectativas y se situó en 9,95%. Adicionalmente, si se observan las variaciones de precios de la canasta relevante para el 10% de menores ingresos, esta se encontró por encima del nivel general y también del incremento de precios observado para la canasta del 10% de mayores ingresos.1

Esto implica que el poder de compra se deterioró de forma más rápida para el 10% más pobre que para el 10% más rico y que para la población en general. El motor de este deterioro se encontró en el incremento del precio de los alimentos, que interanualmente ya alcanza el 14%.

El contexto

¿Por qué diferenciar aumentos de precios distintos para los hogares más ricos y más pobres?

La evolución general de los precios de la economía, conocida como inflación cuando es creciente, se calcula por parte del INE para una casta de consumo promedio (recogida en el Índice de Precios al Consumo, IPC). Sin embargo, la composición de las canastas que consumen los hogares de menores ingresos es distinta a la que consumen los hogares de mayores ingresos. Por ejemplo, cuanto mayores son los ingresos de los hogares, en general estos destinan un porcentaje cada vez menor de sus ingresos a la alimentación.

Este fenómeno, conocido en economía como la ley de Engel, también se observa en Uruguay. Según la encuesta de gastos e ingresos del INE, los alimentos representan el 35% de los gastos del 10% más pobre (primer decil de ingresos) y apenas el 11% en el caso del 10% más rico (último decil de ingresos). El aumento de precios de los últimos años estuvo fuertemente influenciado por una aceleración del precio de los alimentos. Por tanto, resulta relevante observar esta diferenciación entre hogares. La evolución de precios calculada en el gráfico considera el peso relativo que tiene el componente alimentario y no alimentario en los diferentes niveles de ingresos (en este caso, el 10% más pobre y el 10% más rico).

¿Qué ha sucedido con los alimentos?

El crecimiento de los precios de los alimentos viene acelerándose desde hace más de un año, hasta alcanzar un nuevo máximo relativo interanual de 14%. Destacan algunos aumentos de algunos bienes muy importantes en la mesa de los hogares uruguayos. Entre los elementos de gran estacionalidad y volatilidad destacan las legumbres y hortalizas, que acumulan un aumento de 35% en relación a setiembre de 2021 (112% tomate, 185% cebolla, 108% zapallo y 83% boniato). Dentro de los alimentos más básicos de los hogares destaca el aumento interanual de 16% correspondiente a pan y cereales (por ejemplo, el precio de la harina aumentó 25%, los fideos 20% y, en promedio, el pan lo hizo en 15%) y también el incremento de 16% para la división que nuclea la leche, los quesos y los huevos.

¿Qué se espera de la inflación en el corto plazo?

Las expectativas del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), así como la de los analistas privados y de los empresarios se encuentran totalmente desancladas respecto al rango meta definido por el Banco Central del Uruguay, tanto para el cierre de este año como para el año próximo. Por ejemplo, según las expectativas del MEF plasmadas en la Rendición de Cuentas, la inflación al cierre de este año se ubicaría en el entorno de 8,5% y el año próximo en torno a 6,7%. Ambos valores se encuentran por fuera del techo del rango meta establecido por la autoridad monetaria, que justamente bajó de 7% a 6% el mes pasado. Algo similar sucede con los empresarios. Según la última encuesta de expectativas divulgada el viernes por el INE, la mediana de respuestas sitúa la inflación en 9% para este año y en 8,8% para los 12 meses móviles que culminan en agosto de 2023. Según esta perspectiva, la inflación no bajaría del 8% en un horizonte de 24 meses (8% es la previsión empresarial para el período setiembre 2023-agosto 2024).


1. Ver discusión y metodología en la siguiente nota de Fernando Esponda, “La inflación de los pobres y de los ricos”

EXTRAIDO DE LA DIARIA Publicado el 10 de octubre de 2022. TITULO ORIGINAL: “Gráfico de la semana | Inflación: ¿aumentaron más los precios relevantes para los hogares pobres?”. Autor: Santiago Soto

 

 

Otro McDía Infeliz ¿UN ALIMENTO ULTRAPROCESADO PARA COMBATIR EL CÁNCER?

 

Este 14 de octubre se celebra el McDía Feliz, una iniciativa que, como todos los años, lleva a cabo el afamado restaurante de comida chatarra McDonald’s, con el fin de recaudar fondos para causas benéficas de salud a partir de la venta de hamburguesas Big Mac. Tradicionalmente, en nuestro país se hizo para apoyar a la Fundación Peluffo Giguens, que atiende a niños con cáncer, pero actualmente el evento se ha renombrado como Gran Día y este año es a beneficio de la Asociación Casa Ronald McDonald y el liceo Impulso.

La Asociación Casa Ronald McDonald trabaja «apoyando a los niños en tratamientos médicos prolongados y a sus familias, en especial a aquellas pertenecientes a los sectores más vulnerables de la población»; su misión es «crear, encontrar y dar soporte a programas que mejoran directamente la salud y el bienestar de los niños uruguayos y sus familias», y sus instalaciones se encuentran en el Hospital Pereira Rossell, con el cual tiene un convenio, según consta en su web.

El evento Gran Día es un claro ejemplo de campaña de responsabilidad social empresarial, y se lo promociona como «una fiesta de la solidaridad. Un día en que la famosa hamburguesa Big Mac tiene el sabor de la solidaridad. [Un] día en el que todos podemos convertir una Big Mac en una sonrisa».

Creemos que hay un elefante en la habitación que nadie quiere ver y nos surgen algunas preguntas esenciales: ¿vender hamburguesas ultraprocesadas de carne animal, un comprobado carcinógeno, para combatir el cáncer y promocionar la salud?

¿QUÉ ES UNA BIC MAC?

Aunque a primera vista parezca un alimento, en verdad se trata de un producto de ingeniería y marketing de alta sofisticación. Su propio eslogan de venta da cuenta de ello: «La perfección hecha hamburguesa que te hace agua la boca». Algo que podría ser tan sencillo como una hamburguesa al pan, en verdad contiene al menos 63 ingredientes. Se trata, pues, de un alimento ultraprocesado.

El informe Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) proporciona una definición de consenso de estos «alimentos»: son formulaciones industriales principalmente a base de sustancias extraídas o derivadas de alimentos, además de aditivos y cosméticos que dan color, sabor o textura para intentar imitarlos. Estas comidas están nutricionalmente desequilibradas, pues tienen un alto contenido calórico y bajo valor nutricional. Poseen un elevado contenido en azúcares libres, grasa total, grasas saturadas y sodio, una carga glucémica alta y un bajo contenido en proteína, fibra alimentaria, minerales y vitaminas, en comparación con las comidas sin procesar o mínimamente procesadas. Vale tener en cuenta que algunos ingredientes presentes en la Big Mac no están permitidos en determinadas regiones, por considerarlos peligrosos para la salud humana, ya que experimentos en ratones han comprobado su toxicidad y carcinogenicidad.1

El impacto de estos productos es también a nivel psicosocial y ecológico. El mismo informe sostiene que «se anuncian y comercializan de manera enérgica. […] Del mismo modo que los cigarrillos y las bebidas alcohólicas, las estrategias de mercadotecnia muchas veces recurren a ideas, lenguaje e imágenes sumamente seductores y excitantes, que socavan el deseo y la capacidad de elegir opciones racionales y saludables, y son particularmente eficaces cuando se dirigen a los niños, los adolescentes y otros grupos vulnerables». Esto es consecuencia de técnicas desarrolladas a partir de la ciencia de los alimentos que, mediante la adulteración de «ciertas características (sabores, propiedades, etcétera) incorporadas a este tipo de productos, pueden distorsionar los mecanismos del aparato digestivo y del cerebro que envían la señal de saciedad y controlan el apetito, lo que lleva a un consumo excesivo. Como resultado, el consumo de tales productos puede interferir con la capacidad de controlar los hábitos alimentarios».

Además, los ultraprocesados son social y ambientalmente destructivos, pues desplazan las tradiciones gastronómicas locales, dañando el tejido social y cultural, y la salud mental y emocional, pues «las cocinas tradicionales han evolucionado como expresiones de autonomía e identidad [y] también se adaptan a los climas y los terrenos específicos, son sostenibles, y apoyan a los negocios locales, las economías rurales y la diversidad biológica».

 

ULTRAPROCESADOS, PROTEÍNA ANIMAL Y LA SALUD

La OPS fue tajante al determinar que los productos ultraprocesados muy probablemente sean la principal causa alimentaria del sobrepeso y de las enfermedades crónicas: «El mayor consumo de productos ultraprocesados se asocia con dislipidemia en los niños y, por lo tanto, con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, de síndrome metabólico en los adolescentes y de obesidad en los adultos». El informe da cuenta de una clara asociación estadística entre las ventas per cápita de productos ultraprocesados y la prevalencia de la obesidad en los adultos en todos los países examinados. Fue con base en ello que se idearon políticas públicas de salud, como el etiquetado frontal para el exceso de grasas, sodio y azúcar.

Pero no se trata solo de limitar la ingesta de ultraprocesados. El problema está igualmente en las proteínas animales (carne, huevos y lácteos), también muy presentes en McDonald’s. La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer ha publicado un informe en 2018 que clasifica la carne procesada como un cancerígeno del grupo 1, el cual supone el mayor nivel de certeza estadístico según la evidencia disponible, el mismo que para el asbesto y el tabaco. A modo de ejemplo, según el informe, el riesgo relativo de desarrollar cáncer colorrectal, el segundo en letalidad luego del cáncer de pulmón, fue de 18 por ciento por cada 50 gramos al día. En este punto, la reacción de la comunidad médica y de las autoridades sanitarias no ha estado a la altura de la situación ni ha tenido la misma fuerza que con los ultraprocesados.

 

Esto no deja de sorprender cuando sabemos que el consumo de proteína animal está claramente determinado como el factor de riesgo más importante para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y varios tipos de cáncer (especialmente el colorrectal, el pancreático y el de mama), las principales causas de muerte en el mundo.

El estudio de cohorte de dieta más grande de la historia siguió los hábitos alimenticios de 400 mil personas, aislando estadísticamente los restantes factores intervinientes. Allí quedó determinado que basta reemplazar tan solo un 3 por ciento de las calorías provenientes de varias proteínas animales por las vegetales para obtener una disminución del 10 por ciento de la mortalidad general (porcentaje que se duplica si se reemplazan también los huevos).

LOBBY EMPRESARIAL Y OBSECUENCIA CIENTÍFICA

No dudamos que esta iniciativa de McDonald’s es, por un lado, un caso de brandwashing o ‘lavado de marca’, consistente en el involucramiento de las empresas en causas sociales con el fin de lavar su imagen ante la opinión pública. También es, por otro lado, una de esas iniciativas empresariales que hacen de la solidaridad un espectáculo mercantil y cursi, utilizando el chantaje emocional como estrategia de marketing y de evasión fiscal, de las que la Teletón es probablemente su mayor expresión. En otras palabras, se trata de la pervivencia de la caridad cristiana, que no está interesada en cuestionar las estructuras que producen la de-sigualdad, sino meramente en paliar el sufrimiento causado por esta, pero actualizada en función de los tiempos hipermodernos –tal como fueran conceptualizados por Gilles Lipovetsky (de hiperindividualismo, hipernarcisismo e hiperconsumismo)– más una pizca de nacionalismo.

 

Sucede que, actualmente, el sujeto de nuestra era mercantil globalizada exige también una serie de valores ambientales, sociales y políticos con los que identificarse, más allá del producto o servicio que desea consumir (incluso, a veces, la importancia de los valores es ser mayor que la de los bienes, superando así el valor simbólico del consumo al valor del intercambio de las mercancías). Es por ello que las corporaciones hoy basan su estrategia en la producción de una subjetividad, que cada vez incluye más la promesa de hacer del mundo un lugar mejor (en una suerte de utopismo capitalista). En otras palabras, según el mito neoliberal, el Edén se encuentra en la Tierra y se accede a él consumiendo. Ya decía con razón Gilles Deleuze que, «en una sociedad de control, la fábrica es sustituida por la empresa, y la empresa es un alma, es etérea». Y el alma de McDonald’s es tan grande que hasta tiene pretensiones globalistas: «Para la Asociación Casa Ronald McDonald es un honor poder decir que trabajamos para la consecución de varios de los objetivos de desarrollo sostenible propuestos por Naciones Unidas».

No podemos dejar pasar la hipocresía de todo este asunto: que el siniestro payaso Ronald McDonald colabore con los enfermos de cáncer es el equivalente a que el Chapo Guzmán lo haga con drogadictos. Es el mismo modus operandi que lleva a cabo la industria farmacológica, cuyo paradigma es Bayer-Monsanto: primero, por un lado, vende el veneno y luego, por el otro, vende el remedio.

Creemos que ni el sistema de salud público ni las organizaciones no gubernamentales que trabajen en materia de salud deberían aceptar fondos provenientes de estas iniciativas y que deberían buscarlos en otros emprendimientos. No deja de sorprendernos que entre los «amigos de la asociación» Casa Ronald McDonald figuren, como instituciones colaboradoras, el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y el Ministerio de Salud Pública (MSP) –desconocemos la naturaleza exacta del vínculo: la asociación no ha respondido la solicitud de información al respecto–. ¡El mismo MIDES que les niega el apoyo a las ollas populares y emprende una campaña persecutoria contra ellas es el que apoya a una multinacional que produce cáncer y tapa las arterias con colesterol!

CONCLUSIONES Y PROPUESTAS

En vista de la evidencia científica más reciente, el consumo de alimentos ultraprocesados y de origen animal supone un grave riesgo para la salud humana, tanto en morbilidad como en mortalidad, y la hamburguesa Big Mac puede tomarse como epítome en este asunto. Pretender mejorar la salud de las poblaciones enfermas y más vulnerables consumiendo esta clase de «alimentos» es como querer apagar un incendio con gasolina.

Las pautas dietarias de las comunidades médicas y de las autoridades sanitarias, especialmente las regionales, como la OPS, desaconsejan enfáticamente el consumo de ultraprocesados, pero no así el consumo de productos animales. Aún resta mucho para que estos colectivos actúen en consonancia con los avances en la ciencia de la nutrición, que es cada vez más proclive a recomendar una dieta a base de vegetales integrales (cereales, legumbres, frutas y verduras) como la más apta para el ser humano.

Acciones empresariales como el McDía Feliz deberían ser advertidas a la población al menos como engañosas por parte del MSP. Después de todo, ¿no debería esta cartera velar por acciones de disminución de riesgos y de promoción de la salud? Para finalizar, más preguntas: ¿qué tiene para decir la Sociedad Uruguaya de Pediatría?, ¿y la de Oncología Médica y Pediátrica?

1.      El polisorbato 80 tiene carcinogenicidad comprobada en ratones, por ejemplo. Por otra parte, el colorante caramelo (E150d) está prohibido en California.

EXTRAIDO DE BRECHA N° 1925. TITULO ORIGINAL: ¿UN ALIMENTO ULTRAPROCESADO PARA COMBATIR EL CÁNCER? Otro McDía Infeliz

” Autor: Gustavo Medina,  14 de octubre, 2022

 

domingo, 16 de octubre de 2022

El decálogo del buen gobernante (Ciseron)

Para Cicerón, el gobierno ideal es el que combina lo mejor de la monarquía, la aristocracia y la democracia, tal como ocurría en la República Romana. Este es el legado del primer hombre de Estado, resumidos en 10 consejos, y olvidado a los pocos/años.

1.- El gobernante debe poseer una integridad excepcional. Cicerón se pregunta por las dotes de mando de quienes aspiren a velar por la paz y dirigir el rumbo de un país: “Deben destacar por su coraje, su aptitud y su resolución, porque en nuestra nutrida ciudadanía son multitud quienes aspiran a la revolución y a la caída del Estado por tener el castigo que se merecen las faltas que saben haber cometido”. Es decir, que los gobernantes de una nación deben estar dotados de un valor, una capacidad y una resolución notables.

2.- Inteligencia, perspicacia y elocuencia. Si los dirigentes no poseen un conocimiento meticuloso de aquello de lo que hablan, sus discursos serán una cháchara de palabras vanas. La neolengua ya debía existir hace veintiún siglos. Pero hoy no es fácil hacerse una idea de la importancia que revestía la oratoria en el mundo antiguo, y quien quisiera guiar a otros no tenía más remedio que dominar el arte de dirigirse con elocuencia. “Para elaborar un discurso no importa sólo la elección de las palabras, sino también su correcta disposición”. A eso hay que añadir “la agudeza, el humor, la erudición propios de un hombre libre, así como la rapidez y la brevedad a la hora de responder o atacar, que siempre irán ligadas a un encanto sutil y a un claro refinamiento”.

3.- La corrupción destruye una nación. Lo sabemos. Sabemos a dónde conduce la codicia, los sobornos y el fraude. Cómo devoran un Estado desde el interior y lo vuelven débil y vulnerable. ¿Qué pensaba Cicerón de la corrupción? Que desalentaba a la ciudadanía y la hace presa de la cólera y la incita a la rebelión… En su discurso contra Gayo Verres, antiguo gobernador de Sicilia y paradigma del político depravado, Cicerón no dejó lugar a dudas: “Como si de un rey de Bitinia se tratara, se hacía trasladar en litera de ocho porteadores, dotada de un elegante cojín relleno de pétalos de rosa de Malta. Ceñía su frente con guirnalda y llevaba otra al cuello, y cerca de la nariz, su saquito de malla tupida hecho de delicadísimo lino y también lleno de rosas. De esta guisa hacía los viajes…”

4.- No hay que subir los impuestos. Al menos si no es absolutamente necesario. “Quien gobierne una nación debe encargarse de que cada uno conserve lo que es suyo y de que no disminuyan por obra del Estado los bienes de ningún ciudadano”. El propósito principal de un gobierno consiste en garantizar a los individuos la conservación de lo que les pertenece y no la redistribución de la riqueza. Pero también condena la concentración en manos de una minoría selecta. Asegura que el Estado tiene el deber de ofrecer a sus ciudadanos seguridad y otros servicios fundamentales. “También es deber de quienes gobiernan un Estado garantizar la abundancia de cuanto se requiere paravivir”.

5.- La inmigración fortalece un país. Roma se convirtió en un imperio poderoso gracias a la acogida que tuvo a nuevos ciudadanos a medida que se extendía por el Mediterráneo. Hasta los esclavos manumisos podían tener derecho a voto. “Defiendo pues que en todas las regiones de la tierra no existe nadie ni tan enemigo del pueblo romano por odio o desacuerdo, ni tan adherido a nosotros por fidelidad y benevolencia que no podamos acogerlo entre nosotros u obsequiarlo con la ciudadanía”.

6.- No a la guerra. Si es injusta… los romanos, que podían justificar cualquier conflicto bélico que desearan emprender, como tantos otros pueblos que vinieron detrás de ellos. Pero para Cicerón, al menos, el ideal bélico no puede darse si se hace por codicia en lugar de para defender la nación o por castigo. “¿Cómo os sentís vosotros sabiendo que una sola orden [de Mitríades] ha bastado para causar en un día la matanza de miles de ciudadanos romanos?”

7.- El mejor gobierno es un equilibrio de poderes. Sin equidad los hombres libres no pueden vivir mucho tiempo. Sin ella tampoco hay estabilidad. Cicerón advierte que no es difícil que de la virtud nazca el vicio y que “el rey degenere en déspota, la aristocracia, en facción, y la democracia, en turba y rebelión”. Supervisión y equilibrio. De ahí que “el ejecutivo deberá tener cualidades descollantes propias de un soberano, pero siempre concediendo autoridad a los próceres y al juicio y la voluntad de la multitud”.

8.- El arte de lo posible. Considera irresponsable la adopción de posturas inflexibles, en política todo se encuentra en evolución y cambio. “Cuando hay un grupo de personas que gobierna una república por el hecho de tener riquezas, abolengo o cualquier otra ventaja, cabe considerarlo una facción, aunque ellos se quieran llamar próceres”. Negarse a transigir es un signo de debilidad, no de/fortaleza.

9.- Estar cerca de amigos y de enemigos. Nuestro enviado especial a Roma sabía cómo tratar a un aliado ofendido y abordar un problema de forma directa y elegante, pues los dirigentes fracasan cuando subestiman a sus amigos y aliados. Le resultaba aún más importante asegurarse de saber qué hace el adversario. Para Cicerón hay que tender lazos con los oponentes. En el año 63 a.C., cinco años después de ejercer de cónsul, sus enemigos políticos lograron exiliar a Cicerón con falsos cargos, y 20 años más tarde Marco Antonio mandó su ejecución. Sus propios presupuestos no le sirvieron.

10.- Leyes universales gobiernan la conducta humana. No supo del concepto de derecho natural. Creía firmemente en la existencia de leyes divinas, no sujetas al tiempo ni al espacio, que garantizan las libertades fundamentales del ser humano y limitan la conducta de los gobiernos. “Habrá un único dios que ejercerá de maestro y gobernante del común, creador de este derecho, juez y legislador”


sábado, 15 de octubre de 2022

Pensando el plan de vivienda que necesitamos

 

El Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT) reconoce un déficit habitacional absoluto de, por lo menos, 50 mil viviendas. El cálculo de ese déficit tiene el problema de que cada vez que se intenta determinarlo se lo hace de una forma distinta, tratando no de construir una serie que permita analizar su evolución, sino de ser originales o –tal vez– de que dé el menor número posible.

Por eso otros cálculos, siguiendo, por ejemplo, la metodología que empleó Juan Pablo Terra en 1963, cuando hizo la estimación para la CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico), dan cifras bastante más altas, cercanas a 80 mil (casi el mismo resultado que daba entonces).

Pero demos el número del ministerio por bueno, que ya con eso tenemos bastante y que, además, tiene dos ventajas: seguramente es un número por defecto, y curiosamente –o no– coincide con la cantidad de unidades que la actual ministra de Vivienda, la abogada cabildante Irene Moreira, anunció, allá por la fecha de su asunción, que se proponía construir en el quinquenio.

Aquí corresponde una aclaración. El déficit no es algo fijo, sino que es dinámico: se reduce si se construyen viviendas o la gente emigra, y aumenta si lo hace el número de hogares, se reciben inmigrantes o se desechan las viviendas que ya son irrecuperables. Por lo tanto, para eliminar el déficit no solo hay que construir ese número de unidades, sino también las que hacen falta, año a año, para evitar que se incremente, lo que sería la demanda anual. Dicho de otra forma: para eliminar el déficit hay que construir esas 50 mil viviendas, además de las que ya se están construyendo, lo que implica que hacen falta recursos adicionales.

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Pues bien, construir una vivienda urbana completa por el sistema más económico, que es el de las cooperativas de vivienda, cuesta, en promedio, poco más de 2.700 unidades reajustables (UR), o sea, unos 97 mil dólares. Viviendas adecuadas, desde luego, porque las viviendas que se hacen para abatir el déficit no pueden ser ellas mismas deficitarias: en materiales, superficie, servicios u otras características básicas.

De esos 97 mil dólares, el 85 por ciento lo financiaría el Estado, mediante un préstamo, y el 15 por ciento restante, las y los propios interesados, mediante su trabajo o su ahorro. De modo que la inversión necesaria por parte del Estado sería de unos 83 mil dólares por vivienda.

Por lo tanto, para construir esas 50 mil viviendas, que suponemos que son las que están faltando, se necesitarían unos 4.150 millones de dólares. Parte de ese dinero vuelve, porque se trata de préstamos, pero parte no, porque, para que ninguna familia quede afuera, se aplican subsidios para cubrir la parte de la cuota mensual que la destinataria no pueda pagar.

El segmento que constituye un préstamo, como tal, va a ser devuelto y con intereses, de modo que solo debemos contabilizarlo financieramente, ya que retornará y podrá volver a ser prestado. Solo que el retorno completo demorará 25 años, y, al cabo de los diez primeros, por ejemplo, únicamente se habrá amortizado poco más de un tercio de lo invertido en el primer año, porque el resto corresponde a intereses, si estos son del 2 por ciento en UR, que es la tasa que cubre los costos operativos (la de mercado sería de alrededor del 5 por ciento). En cambio, la parte que constituye un subsidio es, por supuesto, a fondo perdido, y por eso no puede provenir de otro origen que no sean los fondos presupuestales.

Respecto de los intereses, tampoco deben tenerse en cuenta para obtener esos 4.000 millones de dólares necesarios, porque si algún día se reconociera que la vivienda social no debe pagar tasas lucrativas (y mucho menos debe pagar impuestos), sino solo las que cubren los costos operativos, no habría ningún excedente. Ese día no está tan lejano como podría parecer: la Agencia Nacional de Vivienda ya está adoptando ese criterio para financiar el acceso a unidades vacantes de los conjuntos habitacionales, y las cooperativas, que ya tuvieron esas tasas entre 1995 y 2008, desde entonces reclaman su reimplantación.

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¿En qué plazo debería hacerse esta inversión que, como ya se dijo, es solo para eliminar el déficit actual, a lo que debe sumarse la necesaria para mantener y mejorar el stock, atender las necesidades de los nuevos hogares y reponer las unidades que se van volviendo obsoletas? Desde 1968, en que la Ley Nacional de Vivienda, 13.728, se propuso eliminar en 15 años ese déficit, por entonces estimado en más de 80 mil viviendas, nadie ha osado asumir un compromiso al respecto.

Supongamos, por lo tanto, que queremos construir esas 50 mil viviendas en diez años (un plazo más corto que el que se propuso la ley, teniendo en cuenta que se trata de menos viviendas). Al cabo de esos diez años, en un promedio aproximado, se habrá devuelto en amortizaciones un 15 por ciento del total prestado, por lo que la nueva inversión necesaria sería el 85 por ciento del cálculo anterior, o sea, unos 3.500 millones de dólares, de modo que la inversión anual debería ser de unos 350 millones de dólares.

Se trataría de construir vivienda nueva, por lo que esa cifra debe compararse con lo que se está invirtiendo actualmente en la materia: poco más de 6 millones de UR anuales promedio en el último septenio, que incluye un plan quinquenal de vivienda y un gobierno completo, y otro plan y gobierno casi mediados. Volviendo a los dólares, a la cotización actual, unos 220 millones. Primera conclusión: habría que aumentar en el entorno del 150 por ciento los recursos actuales.

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Una parte de ese incremento necesario debería provenir de elevar la inversión pública, del escuálido cinco por mil del producto bruto interno actual, por lo menos, al doble. Pero es impensable que todos los recursos salgan de esa fuente, por lo que se hace necesario contar con la inversión privada.

Este razonamiento fue el que llevó, en 2011, a exonerar de impuestos a la vivienda con financiamiento privado, mediante la ley 18.795, conocida inicialmente como de vivienda de interés social, y hoy, por recato, de vivienda «promovida». Se obtuvieron inversiones muy importantes, pero faltó implementar los mecanismos que iban a lograr que el enorme esfuerzo que hacía el Estado para captar esa inversión (renuncias fiscales anuales de 70 a 80 millones de dólares) fuera a parar efectivamente a la construcción de vivienda social, lo que no son, por cierto, las viviendas «promovidas».

Y aquí es donde aparece el dilema: cómo captar inversión privada, para complementar la pública, de modo que el resultado pueda tener verdadero impacto en la vivienda social. Es claro que, para este fin, la inversión especulativa no sirve ni interesa: quien quiera multiplicar rápidamente su capital, si lo hace dentro de la ley, está en todo su derecho, pero no puede esperar que el Estado lo ayude, porque esa no es su función. No debería serlo.

La ley 13.728 planteaba dos caminos con este objetivo: uno era la captación de ahorro privado (y público también) mediante la emisión de títulos u obligaciones hipotecarias, en valores reajustables y con tasas de interés con una rentabilidad razonable, lo que se hizo durante mucho tiempo con el eslogan de la «triple garantía del Banco Hipotecario» (la del banco, la del Estado y la de las hipotecas de los bienes que se construían o compraban con los préstamos que se daban con esos recursos).

Esa idea fue retomada a fines de los noventa, apuntando a utilizar, por ejemplo, el ahorro de las AFAP, pero se prefirió el camino de invertir esos cuantiosos capitales en papeles de deuda externa de dudoso respaldo (porque en buena parte van a pagar, a su vez, intereses de otras deudas, particularmente la externa). Y se volvió a ella hace poco, cuando el MVOT intentó, mediante un fideicomiso, adelantar la utilización de recursos presupuestales previstos para el final del período. Pero la respuesta desde Economía fue otra vez no, ahora porque no se quería aumentar el endeudamiento público.

El segundo camino previsto por la ley 13.728 era acudir a los que se llamó «promotores privados» (artículos 50 a 52 de la ley, un prodigio de claridad y concisión). La idea era una asociación entre el Estado y un privado con capacidad de inversión (en aquella época, generalmente, empresas constructoras), en la que el primero ponía el 60 por ciento de los recursos mediante un préstamo que le daba al segundo, que aportaba el 40 por ciento restante, construía las viviendas y las vendía, directamente o a través del Estado, que generalmente intervenía también otorgando préstamos individuales a las y los compradores. El privado recuperaba su inversión (ganancia incluida) al venderse la vivienda, momento en que, además, trasladaba el préstamo que había recibido al comprador (novación de deuda).

El sistema tenía dos importantes ventajas: que el Estado fijaba los precios de venta, y el privado tenía que tratar de construir con ese dinero la mejor vivienda posible, porque de venderla dependía el que consumara su negocio, y que el privado invirtiera efectivamente estaba asegurado, porque era imprescindible para completar el financiamiento. Y, a su vez, el Estado fijaba los estándares mínimos y determinaba dónde le interesaba que se construyera.

De esta forma surgieron algunos conjuntos emblemáticos del Plan de Vivienda, como el Parque Posadas, Carve Aguada, el Complejo Millán o los edificios Ibia, construidos por empresas importantes, pero también muchos conjuntos pequeños, de empresas medianas o hasta pequeñas, que contribuyeron a rellenar huecos importantes, por su tamaño o por su cantidad, de la trama urbana, fundamentalmente de Montevideo, pero también de ciudades del interior.

Sin embargo, durante la dictadura, los grandes inversores privados consiguieron que el sistema se desvirtuara completamente al lograr que los «valores de tasación» (los precios a fijar) se aumentaran enormemente, con lo que el 60 por ciento que ponía el Estado alcanzaba para construir, o casi, y solo había que sentarse a esperar que la obra se terminara para constituir las ganancias. Los precios quedaron fuera del alcance de los sectores a los que se dirigía (como con la vivienda promovida: historia conocida, como diría el poeta) y eso, junto con el hecho de que, pese a todo, muchos proyectos quedaron sin terminar, fue el fin del sistema.

¿Cómo se podrían determinar los topes de precio? No se trata de apelar al voluntarismo, sino a la experiencia. Y tal como los préstamos a las cooperativas se definieron, hace ya unos años, partiendo de los valores de licitación de las obras por empresa, sumándoles o restándoles los rubros en que la modalidad o hasta la tributación es distinta, aquí se podría hacer al revés, tomando como referencia los valores a los que construye la producción social.

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El tema es muy importante y urge encararlo, con cabeza abierta, pero sin apartarse del objetivo de que se trata de construir vivienda social. La inversión privada es imprescindible, pero no puede ser sin condiciones, porque ya está visto a qué conduce eso. ¿Hay algo más para inventar? Si lo hay, bienvenido. Pero, a veces, mirar al pasado ayuda, para recuperar ideas y experiencias, y para aprovechar de los aciertos y los errores ya vividos.

EXTRAIDO DE BRECHA N° 1925. TITULO ORIGINAL: “PENSANDO EN EL PLAN DE VIVIENDA QUE NECESITAMOS. El dilema de recurrir a la inversión privada” Autor: Benjamin Nahoum,  14 de octubre, 2022

sábado, 8 de octubre de 2022

El derecho a la negociación colectiva como herramienta de lucha social







Clase magistral de libertad sindical, derecho de huelga y negociación colectiva. Dictada en la mañana del 5 de octubre de 2022, en el marco de la huelga universitaria en reclamo de presupuesto. Dictada por el Catedrático en Derecho del Trabajo Dr. Hugo Barretto

            

 





 

jueves, 6 de octubre de 2022

Aumenta la inflacion en el pais.

 

De acuerdo con los datos del INE, la inflación fue de 0,84% en septiembre, 8,65% en lo que va del año y 9,95% en los últimos doce meses.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) difundió este miércoles su informe mensual sobre el Índice de Precios del Consumo (IPC), principal indicador de inflación, correspondiente al pasado mes de septiembre, cuando se registró “una variación mensual de 0,84%, acumulada en el año de 8,65% y en los últimos 12 meses de 9,95%”.

Este último indicador, el acumulado en los últimos doce meses, había mostrado un ligero descenso en el mes de agosto, cuando se situó 9,53%. Sin embargo, en septiembre volvió a tener una variación al alza, esta vez de 0,42 puntos porcentuales, rozando el 10% de inflación anual.

De acuerdo con el INE, las mayores incidencias estuvieron en la categoría de alimentos y bebidas no alcohólicas (0,63%), especialmente en la subcategoría legumbres y hortalizas, donde se destaca la suba de 103% en el precio del tomate.

Además, hubo subas en en el precio de la leche común entera (8,86%), leche común descremada (8,98%), cebolla (10,51%), zapallo (18,96%), morrón (14,17%) y Boniato (14,22%).

Extraído de Caras y Caretas, 05 de octubre de 2022