Ante
el escenario sin precedentes que enfrentamos, donde la crisis sanitaria
derivada de la pandemia del COVID-19 comienza a traducirse rápidamente
en una situación extremadamente grave en términos económicos, un
conjunto de
profesionales que trabajamos e investigamos en el área de la economía
queremos dirigirnos al conjunto de la población, a nuestros colegas y a
las autoridades, para poner en discusión una serie de lineamientos y
medidas en materia económica (algunas de ellas ya están circulando) que
nos parece imprescindible considerar y analizar en su viabilidad e
impacto.
Aún
es difícil identificar claramente las dimensiones de la problemática a
la que nos enfrentamos. Estamos ante un fenómeno desconocido, tanto en
lo sanitario como en lo económico. Todavía no está claro el modo más
efectivo para el combate y el control de la epidemia, ni tampoco la
duración del estado de cuarentena, que según diversos estudios
académicos y recomendaciones (por ejemplo, las del Sindicato Médico del
Uruguay -SMU-) urge decretar, ni los impactos de este estado en la
economía en general.
En lo inmediato ya hay graves impactos, entre
ellos la drástica reducción del sector terciario de la economía
(servicios), el que emplea mayor población; el corte de la fuente de
ingresos de las trabajadoras y trabajadores del sector cuentapropista y
de quienes trabajan en relación de dependencia informal y están siendo
despedidos; la situación de absoluta indefensión de las personas en
situación de calle, entre otras graves consecuencias focalizadas. Antes
que la incertidumbre, la angustia y la falta de bienes y servicios
elementales nos golpeen fuerte, el Estado tiene que dar una señal clara y
elaborar un plan de contingencia para que a nadie le falte lo básico.
Estamos
ante un hecho de características y proporciones inéditas, que está
afectando de forma simultánea al mundo entero. Más allá de las
repercusiones inmediatas y sectoriales, de prolongarse la crisis
sanitaria y la necesidad de la cuarentena será imperioso tomar medidas
excepcionales y contundentes para evitar que se desencadene una crisis
económica general con graves impactos sociales, a la vez que nos
preparamos para una acción coordinada de todos los recursos y
capacidades disponibles que tenemos como sociedad.
Las
medidas que presentamos a continuación se orientan en función de los
siguientes ejes: a. Transferir ingresos a los que perdieron el trabajo y
no tienen seguro de desempleo y a aquellos que realizan actividades
económicas que ahora son inviables; b. Balancear la economía
distribuyendo recursos y liquidez desde los sectores que continúan
operando a los que se están paralizando; c. Racionar y planificar el uso
de las divisas disponibles y las fuentes de acceso a las mismas, d.
Fortalecer las capacidades del Estado para realizar inversiones y
movilizar recursos, ya que en esta zona de incertidumbre los incentivos
al sector privado tendrán poco efecto en la inversión; e. Asegurar el
abastecimiento en bienes y servicios básicos del conjunto de la
población, así como el conjunto de suministros sanitarios necesarios.
Medidas urgentes e inmediatas
1.
Control de precio máximo y limitación de las compras compulsivas de
bienes esenciales, ya sea incrementado el valor de la segunda unidad de
productos que comienzan a escasear o directamente limitando la cantidad
de unidades que puede llevar cada individuo. Algunos comercios ya están
haciendo esto pero debe ser una directriz estatal. Ambos instrumentos
van de la mano, ya que el solo control de precios puede provocar escasez
si no se limitan las compras compulsivas. Esto además debe
complementarse con un plan que atienda la fase de producción y
distribución de estos bienes, que se desarrolla más adelante. Medidas
similares se están aplicando en otros países tales como Argentina o
Francia.
2.
Transferencias de ingresos a quienes perdieron su ingreso y no cuentan
con cobertura social para asegurar la compra de una canasta básica de
bienes y servicios. Esto abarca fundamentalmente a trabajadores que no
pueden desarrollar su trabajo por las restricciones a los movimientos de
las personas, a trabajadores informales despedidos, trabajadores
despedidos a quienes no corresponde seguro de desempleo y a desocupados
de mayor data. Esta medida es de alto impacto porque inyecta poder de
compra en lo inmediato, dinamizando a su vez al pequeño comercio y otras
formas de venta directa. Las medidas de exoneraciones impositivas o de
refinanciación de tributos impactan tardíamente y además no tienen
sentido cuando el problema es la pérdida de los ingresos. También
deberán fortalecerse de inmediato las transferencias monetarias que
brinda actualmente el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES)
(Asignación Familiar, Asignación Familiar Plan de Equidad, Tarjeta
Uruguay Social), las cuales llegan a los hogares de menores recursos.
3.
Moratoria en el pago de tarifas públicas para los sectores directamente
afectados. Tener los servicios básicos (luz, agua, conectividad) debe
ser una precondición básica para que la gente se pueda quedar en su
casa, que es lo prioritario en esta etapa.
4.
Moratoria de alquileres y rentas. Analizar la moratoria de pagos de
rentas y de alquileres durante la duración de la situación de excepción.
Esta medida va a aliviar a quienes gastan gran parte de su salario en
el alquiler de su hogar, pero también a comerciantes o pequeños
empresarios que arriendan sus locales y a productores rurales que
arriendan las tierras que trabajan. Es importante complementar esta
medida con acciones compensatorias para aquellas personas cuyo único
ingreso de subsistencia es el cobro de algún tipo de renta o alquiler.
5.
Establecer retenciones a las exportaciones con ganancias
extraordinarias. La devaluación que está procesando la economía uruguaya
genera importantes aumentos de ingresos en el sector exportador. Con
respecto al promedio de 2019, la devaluación real del peso ya llega al
23%. Una tasa de retención de 20% para exportaciones sin procesar (grano
de soja, carne y celulosa), podría recaudar aproximadamente unos US$
300 millones. Más de la mitad del plan de apoyo a las personas sin
ingresos propuesto por el PIT-CNT.
6.
Transferencias excepcionales al Sistema de Cuidados para apoyar la
labor de cuidados de los familiares de las y los trabajadores de la
salud. El estrés y la sobrecarga de trabajo que están viviendo estos
trabajadores asciende día a día. Es importante reforzar las redes de
sostén en las tareas de cuidado que muchas de ellas y ellos también
deben llevar adelante.
Medidas necesarias ante la profundización y prolongación del escenario de crisis
7.
Uso racionado y planificado de las divisas disponibles. En un escenario
como el que vivimos, la disponibilidad de divisas es un asunto de
interés nacional. Es necesario diseñar un plan para el uso racionado y
planificado de las divisas disponibles, así como para la generación de
nuevas divisas. En este sentido consideramos necesario evaluar las
siguientes medidas:
Limitar la compra de moneda extranjera. Es
importante evitar que los excedentes en pesos que buscan protegerse de
la inflación se pasen a dólares. Esto traerá aparejado un dólar
paralelo, pero aún así, es preferible a la pérdida del control sobre el
tipo de cambio y la privatización de los dólares disponibles.
Racionar
retiro de moneda extranjera de cajas de ahorro y cuentas corrientes y/o
entregar en pesos al tipo de cambio correspondiente.
Incrementar gravámenes sobre importaciones de bienes suntuarios.
Impedir la fuga de capitales.
Estudiar la repatriación de capitales (en estado de liquidez) fugados en los últimos años.
8.
Incremento transitorio de las alícuotas de IRPF tipo I (capital) y II
(trabajo) en los tramos superiores (valor a ajustar según el Índice
Medio de Salarios). En el marco de la parálisis general de varios
sectores de actividad, es clave rebalancear la economía transfiriendo
ingresos de aquellos sectores que se mantienen activos a aquellos que
están paralizados, ya que por un lado vamos a tener sectores con
ingresos que no podrán utilizar (una parte importante del salario de la
población se utiliza en mercancías y servicios que están paralizados) y
por el otro, vastos sectores que ven fuertemente disminuidos sus
ingresos.
9. Topear
transitoriamente los ingresos de los funcionarios públicos de escala
gerencial y cargos de confianza política, así como de representantes
nacionales y constituir un fondo de emergencia social con el ahorro
(tope a ajustar según evolución del Índice Medio de Salarios).
10.
Incrementar la alícuota del IRAE (Impuesto a las Rentas de las
Actividades Económicas) en las empresas de mayor porte ubicadas en los
sectores no paralizados. Hay sectores que seguirán operando e incluso
teniendo ganancias extraordinarias, como ya está pasando con el sector
del comercio minorista, que ha multiplicado sus ventas. Es clave obtener
para la política de contención general esos recursos. Apelar a
incentivos para la reinversión del sector privado no tiene sentido en
estas circunstancias ya que no es esperable que reinvierta de forma
voluntaria en un escenario de tal incertidumbre. Es el Estado el que
deberá tener el protagonismo y el control de la mayor cantidad de
recursos para utilizarlos en las áreas prioritarias.
11.
Comité Social de Emergencia Económica y Sanitaria. La “política
económica” más seria, realista y responsable en este escenario es la
constitución de un Comité Social de Emergencia Económica y Sanitaria,
que articule a las diferentes fuerzas sociales organizadas para el apoyo
de la labor del Estado en la gestión de la situación. De prolongarse la
cuarentena y de generalizarse a escala global la crisis económica, los
estímulos monetarios y fiscales y las medidas redistributivas podrán ser
desbordadas por la envergadura de la crisis. En ese caso será imperioso
intervenir directamente en los flujos reales de bienes y servicios, por
lo que es clave comenzar desde ya a elaborar un plan de contingencia
orientado al abastecimiento general de la población en bienes y
servicios básicos, que asegure la cadena de suministros del sector
alimenticio, de la salud y de las áreas estratégicas.
El conjunto de
medidas que proponemos aquí requiere un análisis detenido, tanto en sus
formas de implementación y en su impacto, así como en su coherencia como
un conjunto articulado. Son varias las que faltan y que habrá que
identificar sobre la marcha. Sin embargo, nos parece importante ser
realistas, pensar en esta dirección y prever un escenario donde pequeños
incentivos monetarios o fiscales no serán suficientes para sobrellevar
esta situación.
El salario y los ingresos monetarios de una familia
no son más que el medio para acceder a un conjunto de bienes y servicios
concretos que producen otros trabajadores. Si el Estado y la sociedad
organizada garantizamos que esos bienes y servicios lleguen a donde
tienen que llegar, a nadie tiene por qué faltarle nada de lo esencial,
por más que circunstancialmente se haya quedado sin la fuente de sus
ingresos.
El personal
sanitario se encuentra dando una batalla incansable, enfrentando
jornadas extenuantes y poniendo en riesgo su salud. Lo propio hacen los
miles de trabajadores y trabajadoras que deben continuar activos en sus
puestos para brindarnos aquellas cosas básicas que nos mantienen vivos,
sanos y comunicados. Desde el conjunto de la sociedad debemos honrar
eso, definiendo medidas drásticas que pongan en el centro la vida contra
cualquier intento de especulación económica o prevalencia de intereses
particulares o sectoriales. Solo desde la acción protagónica de la
sociedad en acción coordinada con todos los recursos de los que dispone
el Estado podremos atravesar juntos esta situación sin dejar a nadie por
el camino.
Escribieron:
Bruno Giometti, Elisa Failache , Fernando Barbeito, Gabriel
Oyhantçabal, Hugo Dufrechou, Jorge Notaro, Juan Geymonat, Nicolás
Marrero, Pablo Da Rocha, Rodrigo Alonso.