martes, 31 de enero de 2023

Perdida de salario. Los trabajadores perdieron 1.000 millones de dólares en 2022 con respecto a 2019.

 

La pérdida del conjunto de trabajadores frente al capital sumó 1.000 millones de dólares en 2022 con relación a 2019.

Los trabajadores asalariados pasaron de percibir 41,5% del PIB en 2019 a 40,3% en 2022. Por su parte, la participación del capital pasó de 37,8% a 39,3%

El PIB y la distribución funcional del ingreso

El enfoque más usual conceptualiza al producto interno bruto (PIB) como el valor total de los bienes y servicios generados en una economía a lo largo de un período de tiempo (un año). Es decir, que si se suma el valor de todos los bienes y servicios producidos en Uruguay el año pasado (desde la carne hasta las clases en escuelas públicas y privadas; desde el software hasta los servicios de hotel), esto suma el valor del PIB. En el caso de Uruguay en el último año, casi 70.000 millones de dólares.

Una interpretación alternativa y complementaria es entender al PIB como el total de la riqueza generada y repartida en el país en ese período. Y es que toda la riqueza generada en forma de bienes y servicios es apropiada por alguien; a algún bolsillo va a parar. O sea que, si sumamos el total de salarios pagados a quienes trabajan, más las ganancias de las empresas (dividendos), los intereses devengados por el capital financiero, y las rentas por la propiedad (por ejemplo, de la tierra), se debe alcanzar ese mismo valor de 70.000 millones de dólares.

Mientras que el primer enfoque es especialmente útil para una mirada de la estructura económica del país (qué sector productivo explica qué porción de la riqueza producida en el país), la segunda, mucho menos frecuente, es útil para obtener una mirada distributiva. Esta permite responder cómo se reparte la riqueza generada en el proceso productivo entre los diferentes “factores productivos” (trabajo, capital, tierra) y, por tanto, entre sus propietarios (clases sociales), trabajadores y capitalistas en sus diversas formas. Esto es conocido como la distribución “funcional del ingreso”, que es una mirada alternativa a la distribución “personal” del ingreso, cuyo foco son los individuos u hogares y básicamente se centra en cómo se distribuyen estos en la escala de ingresos de la sociedad (típicamente los “deciles”), sin hacer referencia a su papel en el proceso productivo.

Por tanto, la distribución funcional del ingreso surge de observar cómo se reparte el PIB entre los sectores o clases sociales. Así, en la información disponible para 2017, elaborada por el Banco Central, se observa que el 100% se reparte de la siguiente forma: las remuneraciones de asalariados (ingreso de trabajadores en relación de dependencia) dan cuenta del 42% del PIB; el “excedente de explotación bruto” que condensa todas las formas de remuneraciones puras del capital, apropiaba el 37% del PIB; el “ingreso mixto bruto” explica el 9% y refiere a los ingresos de trabajadores autónomos donde no es posible diferenciar qué parte es ganancia de capital y qué parte es por trabajo (por ejemplo, en un almacenero que trabaja en su negocio), y el 12% restante corresponde a “impuestos menos subvenciones sobre la producción y los productos”, que básicamente es lo que apropia y consume el Estado (que no incluye ni los aportes a la seguridad social que se incluyen en los salarios ni los impuestos sobre los ingresos de cualquier tipo, que no han sido descontados de esos ingresos).

Extraído de LA DIARIA en versión parcial, 30 de enero de 2023. Titulo original “La pérdida del conjunto de trabajadores frente al capital sumó 1.000 millones de dólares en 2022 con relación a 2019”. Autor: Fernando Isabella.

domingo, 29 de enero de 2023

Los salarios en el tercer año del actual gobierno

 

Para el gobierno, se inició la recuperación de los sueldos de los trabajadores. Sin embargo, los datos anunciados solo permiten amortiguar, en parte, la pérdida del salario real en los primeros tres años de la actual administración. Por otro lado, se acentúa la distribución negativa de la riqueza, cuando la economía crecería un 10 por ciento respecto a 2019 y la masa salarial solo rondaría la mitad de ese porcentaje.

El nuevo índice medio de salarios (IMS), ubicado en 9,74 por ciento y superior a la inflación del período enero-noviembre de 2022, que fue de 8,29 por ciento, ha provocado lecturas varias. Desde el Ejecutivo se afirma que, tanto para las jubilaciones y las pensiones (que se ajustan por el IMS) como para algunos ajustes salariales, ese indicador manifiesta que se inició la recuperación del salario real comprometida años atrás, cuando, a raíz de la pandemia de coronavirus y el consiguiente enfriamiento de la economía, salarios y pasividades sufrieron una caída del poder de compra. Sin embargo, desde filas de la oposición política, así como desde la central sindical, se cuestiona esa lectura complaciente. En primer lugar, porque la comparación para afirmar que se está en la senda de la recuperación de los ingresos de los trabajadores tiene la falencia de confrontar, en lugar de las cifras anualizadas, los registros de noviembre y diciembre de 2021 con los de 2022. Es decir, los porcentajes no se anualizan, por lo que no tienen en cuenta lo ocurrido en todo 2022.

El economista Bruno Giometti, del Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT, comentó a Brecha que lo que dice el ministro de Trabajo, Pablo Mieres, es que, al final del año, en virtud de que la inflación empezó a disminuir, el salario comenzó a repuntar en relación a un primer semestre que fue muy malo. Los primeros seis meses resultaron negativos porque hubo una inflación más alta, explicó Giometti, y los ajustes no previeron que la inflación iba a ser tan alta. En cambio, en el segundo semestre, a partir de setiembre, empezó a bajar algo la inflación y los ajustes de julio comenzaron a amortiguar un poco la caída. «Para nosotros, más allá de la discusión de si el salario aumentó un punto, el análisis central que hay que hacer es: el salario cayó, eso es indudable, y la economía creció. Si se toma el promedio de enero a noviembre de 2022 y se compara con el mismo período de 2019, da un 3,9 por ciento de disminución del salario real. Si se toma noviembre de 2022 y se compara con noviembre de 2019, que es la peor comparación posible, te da, con la metodología de Mieres, que la caída es un poco más baja. Igual te da que está dos puntos por debajo de 2019», ilustró el economista. Incluso, sostuvo, si se acepta como referencia el salario de noviembre (comparado con el mismo mes de 2021), podría constatarse una suba del 1 por ciento, pero «si se toma el promedio de los 11 meses de 2022 y se lo compara con el mismo lapso de 2021, ahí la disminución es como del 0,7 por ciento. Para un balance adecuado, lo mejor sería hacer esta segunda comparación, porque te permite tener una visión de lo que pasó en 2022. El salario en 2022 cayó respecto a 2021, más allá de que falta diciembre para completar los datos».

En el caso de las pasividades, el asesor de la Organización Nacional de Jubilados y Pensionistas del Uruguay (ONAJPU), Ariel Ferrari, señaló a Brecha que, después de cuatro años, es la primera vez que el IMS está por arriba del IPC (índice del precio al consumo): «El problema que tenemos es que cuando el gobierno da el 3 por ciento en julio se está perdiendo la posibilidad, a diferencia de lo que había dicho el Ejecutivo, de que este año recuperemos lo perdido entre 2020, 2021 y 2022». La caída en estos años, añadió, fue de un 3,7 por ciento, y, dado que el ajuste se aplica sobre junio, antes del 3 por ciento otorgado como anticipo (al IMS hay que restarle el 3 por ciento adelantado) y no sobre diciembre, el monto del incremento es de 6,54 por ciento. «Se recupera solamente un 1,4 por ciento del poder adquisitivo de las jubilaciones y las pensiones, cuando la pérdida fue sensiblemente mayor», remató Ferrari.

MÁS CONCENTRACIÓN

El economista y secretario de Asuntos Sociales del Frente Amplio, Daniel Olesker, reconoció que en los últimos meses el salario real comenzó a tener una recuperación, porque, además, a la inflación le siguió un efecto de deflación y los precios comenzaron a bajar en noviembre y diciembre (también a merced del UTE Premia). Eso indicaría un proceso de recuperación que se consolidaría en 2023.

Pero, para el economista, son necesarias algunas precisiones. Por ejemplo, que el salario y la cifra del empleo son los que en conjunto definen el ingreso de la clase trabajadora: «En 2022, el salario cayó un 0,4 y el empleo creció un 2 por ciento, eso quiere decir que la masa salarial, si se suman salarios y empleo, creció alrededor de un 2,5. Sin embargo, el PBI habría crecido alrededor de un 5 por ciento. O sea que el ingreso de la clase trabajadora creció la mitad de lo que lo hizo el producto y hubo, claramente, una concentración de la riqueza».

Además, a su entender, hay que analizar más finamente las cifras de la inflación, porque dentro del 8,3 de aumento del IPC, los alimentos y las bebidas crecieron un 11,7 por ciento. Es decir que para los sectores de menos ingresos, en los que la alimentación pesa más o menos un 35 por ciento en el IPC (en el primer y el segundo decil de la población), la carga es más gravosa, mientras para el resto no supera el 15 por ciento de sus ingresos.

Habría otros puntos a tener en cuenta. La política del gobierno apuntó a una baja muy fuerte de los ingresos salariales en los primeros dos años –en opinión de Olesker, a partir de una lectura sesgada de la crisis de la pandemia–, estancarlos en el tercero y luego empezar a recuperarlos a los niveles de 2019. Pero, si se analiza la evolución de la economía, esta ha tenido en 2021 y 2022 un fuerte crecimiento, y se prevé que al cabo del quinquenio el crecimiento del producto alcance un 10 por ciento por encima del registro de 2019. Sin embargo, la masa salarial (empleo más salarios) no alcanzaría la mitad de ese porcentaje, lo que es indicativo de la tendencia negativa de la distribución de la riqueza.

De todas formas, lo que asoma en el horizonte es la necesidad de atender al talante crítico de gran parte de la sociedad. La seguridad y la economía aparecen como las primeras preocupaciones de la sociedad. Pero otro factor que se vislumbra en, al menos, el primer semestre de 2023 es el enfriamiento de la economía mundial, algo que resulta evidente en la disminución del precio de los commodities (especialmente el de la carne) y el recorte de las compras por parte de China. En el último trimestre de 2022, el principal destino de las exportaciones uruguayas fue Brasil, lo que reinstalaría la necesidad de buscar alguna forma de reactivar el mercado interno.

EXTRAIDO DE BRECHA N° 1938. TITULO ORIGINAL: LOS SALARIOS EN EL TERCER AÑO DE GOBIERNO HERRERISTA. Dale color. Autor: Víctor H. Abelando 13 enero de 2023

 

domingo, 22 de enero de 2023

Acorralados en materia de seguridad publica

 

Cerrado el año 2022, en el ámbito de la seguridad ha quedado instalada una situación muy severa. Hay razones de base que se mantienen: los delitos (sobre todo, los más graves) y sus dinámicas han recobrado el perfil prepandémico. Los homicidios crecieron cerca de un 30 por ciento y, si nos ponemos un poco solemnes, podemos afirmar que tuvimos uno de los años con más asesinatos en la historia moderna del país. El número de personas privadas de libertad sigue aumentando y el panorama en amplias zonas del sistema penitenciario es crítico. En definitiva, la vigilancia selectiva, el control aleatorio y el encierro como primer recurso operan como verdaderos aceleradores de los problemas de fondo.

Se ratificó la Ley de Urgente Consideración por un ajustado margen, hay una priorización discursiva en el fenómeno del microtráfico de drogas, pero fundamentalmente hay una inercia de una política que es incapaz de sustentarse en algo firme y de mover algunos límites de lo que ya se conoce. A lo sumo, en las inmediaciones del propio desastre, se anima a escuchar alguna voz extranjera que ha dicho que, en el estado de Texas, han tenido que parar y revertir la tendencia a promover la privación de la libertad como recurso eficaz para contener el delito. A su vez, en el final del tercer año de gobierno, se descubre que sería importante tener una estrategia integral de prevención y se convoca a un diálogo técnico, en el que casi nadie cree.

Esa política ha tenido ejecutores e intérpretes, muchos de ellos cuestionados por sus manejos arbitrarios, en particular dentro de la interna policial. Una vez que asumió el nuevo gobierno, hubo una redistribución de poder en favor de los sectores más conservadores y eso obstaculizó algunos procesos de transformación que se orientaban en una dirección más profesionalizante. Un mando político sin liderazgo y sin ideas se subordinó al criterio policial, y entre ambos sostienen acuerdos de intereses que están muy lejos de solidificar una política pública ambiciosa. Por si fuera poco, las aventuras del exjefe de la custodia del presidente involucran a varios altos cargos de la Policía.

Por otra parte, las rutinas para administrar la información sobre denuncias de delitos han quedado sometidas a nuevos criterios discrecionales. No hay demasiado margen de credibilidad para amortiguar las dudas sobre cómo se contabilizan esas denuncias. La evidencia que el gobierno aporta para demostrar sus éxitos en materia de gestión de la seguridad debe ser enfáticamente cuestionada y, en la misma dirección, es necesario exigir la institucionalización de mecanismos válidos y confiables para evaluar la política sectorial.

Más allá de estos señalamientos, la política de seguridad ha adquirido formas nuevas para tramitarse. Positividad, transparencia y mejoras son vocablos que se repiten, sin que importen en lo más mínimo las evidencias. Más aún, se sostienen en contra de las evidencias (o a partir de su invención). En efecto, la posibilidad de tener un diagnóstico profundo y actualizado sobre la violencia, la criminalidad y la inseguridad es impedida deliberadamente por el relato de éxito que se quiere imponer. Cuando esa narrativa es cuestionada por sectores sociales y políticos, el gobierno se victimiza y se hace el incomprendido ante tanta crítica injustificada y falta de reconocimiento. En el mundo de los buenos, de «los que construyen», la positividad es un valor y la crítica es el recurso resentido de esos otros «negativos». Por eso, a veces los buenos se cansan y dejan de serlo, y se prodigan en contra de esa alteridad que solo sabe moverse en función de sus intereses particulares. Así, la violencia política de los buenos se ha ido instalando de a poco en el país, y la polarización –esa misma que se dice combatir– ha sido el resultado más evidente de la estrategia de «defensa agresiva» del gobierno y de sus aparatos de opinión. Los «ustedes ya me conocen», «siempre hemos sido transparentes», «convocamos al más amplio diálogo en seguridad», «queremos que el país esté representado por sus signos de convivencia democrática» son recursos que cohabitan plácidamente con el ejercicio de la violencia política, el espionaje, las operaciones de prensa y la negación del rol de la oposición. Durante el año 2022, en el tema de la seguridad, el gobierno se las ingenió para llevarnos a un escenario decididamente pospolítico. La pretensión de transparencia, la imposibilidad de intercambios públicos con base en argumentos y el ejercicio muy próximo a la intimidación política son algunas de las vías privilegiadas para llegar a ese destino.

El ministro del Interior se ha llevado todos los premios a la hora de razonar públicamente. Además de repetirse con la idea de que ahora hay más seguridad que cuando gobernaba el Frente Amplio (FA) –según él, porque las estadísticas de denuncias de los principales delitos muestran una tendencia a la baja–, ha llegado a sostener que el problema de la oposición es la envidia al éxito actual. Luego de un año con casi un 30 por ciento de aumento de los homicidios y luego de prometer un plan para enfrentarlos, su única reacción es afirmar que hubo un descenso con relación a 2019 (afirmación temeraria si tomamos en cuenta algunos casos a confirmar y un número muy importante de «muertes dudosas»). Pero se insiste: el aumento de este tipo de muertes violentas, principalmente por «ajustes de cuentas entre criminales», es la consecuencia directa de un extraordinario trabajo de desarticulación de nichos de narcomenudeo. Con la intención de prevenir lo malo, generamos lo peor. No es la primera vez que este tipo de racionalidad se hace visible en el debate público, pero su lógica perversa tiene una resonancia que trasciende la discusión puntual.

Estas formas de razonamiento –que materializan estilos de hacer política– no deberían minimizarse, ya que consolidan un tono discursivo, movilizan cuotas importantes de resentimiento y paralizan las discusiones sobre nudos y políticas. Revelan un estilo que, a su vez, refleja cierto clima de época. Lo que nos hubiera parecido inaceptable en otros tiempos hoy se naturaliza y se ejecuta casi sin ser advertido y, mucho menos, resistido. La crítica a esta tendencia es tildada de negatividad: propia de «los que están fuera del tiempo», de «los que quieren que al país le vaya mal», de «los que son incapaces de identificar las señales de la realidad». El problema se hace más agudo cuando esta lógica atrapa a la mayoría de los actores relevantes.

En el Uruguay de los últimos tiempos, las políticas de seguridad se han caracterizado por sus efectos paradójicos. Por un lado, las estrategias aplicadas por distintos gobiernos han tenido un libreto hegemónico y un ciclo en el que han predominado las inercias por sobre las rupturas. Por el otro, hay una disputa política que instala una suerte de polarización y deja la impresión de un enfrentamiento de visiones antagónicas. En todo caso, el antagonismo es más de intereses que de enfoques. Al principio sin quererlo, a esa polarización ha contribuido la propia izquierda (o una parte predominante de ella): la que durante sus gobiernos tuvo que enfrentar duros embates opositores y progresivamente ajustó sus posiciones a las exigencias de las demandas de seguridad y al repertorio propio del «realismo de derecha». La disputa cayó en la trampa de un radicalismo aparente, que se reproduce con idéntica fuerza en estos días. En la medida en que estos temas quedan en manos de unos pocos referentes (algunos más visibles que otros), el FA reproduce esa lógica.

El episodio del diálogo de los partidos políticos para pensar estrategias preventivas, convocado por el gobierno sobre el final del año, es un buen ejemplo de lo que queremos decir. Una iniciativa forzada, poco creíble, orientada a la búsqueda de algo de oxígeno político y de un poco de visibilidad para algunos referentes técnicos de inserción colorada. En el contexto político en el que estamos, lo más adecuado para el FA era no concurrir; o, al menos, exigir condiciones muy precisas para garantizar un horizonte programático medianamente serio. La resolución de participar en la segunda reunión constituyó un error añadido. Asistir y patear el tablero sonó a una operación armada, ejecutada no solo con falta de voluntad, sino, además, con cierto aire de superioridad moral. Esto tiene al menos dos derivaciones. En primer lugar, mantiene esa lógica de polarización, de disputa mediática, sin que se pongan en juego contenidos fundamentales. El problema no es solo la imagen (mala) que se proyecta, sino lo que objetivamente se impide. El FA pudo haber liderado la construcción de un espacio político para la prevención integral, obligando al gobierno más allá de sus pretensiones para el diálogo y ensanchando los límites de lo pensable y lo decible. Para eso, la propia izquierda debería habilitar esas condiciones. Y aquí aparece la segunda derivación: a pesar de la protesta tibia de algunos sectores, estos asuntos siguen bajo la custodia de unos pocos. Hay una estricta desacumulación programada funcional a los intereses de autopromoción, que más tarde o temprano hay que revertir. No es la primera vez que señalamos esto, ni será la última. Dibujar nuevas perspectivas, movilizar elencos y saberes, construir espacios sustentables de diálogo (adentro y afuera) es lo que puede sacarnos de este persistente acorralamiento.

EXTRAIDO DE BRECHA N° 1938. TITULO ORIGINAL: EL FRACASO DEL DIÁLOGO INTERPARTIDARIO SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Acorralados (ellos y nosotros). Autor: Rafael Paternain 13 ene

miércoles, 18 de enero de 2023

Sobre la libertad de expresión ejercida a través de las redes sociales. Con especial referencia al ámbito laboral.

 

La sala de abogados del PIT-CNT, la cual integro, viene trabajando desde hace tiempo en los temas vinculados con la libertad de expresión especialmente en lo que tiene que ver con el uso de las redes sociales.

La utilización de redes sociales, tanto en el ámbito de trabajo como fuera del mismo,  ha generado una serie de conflictos, tanto en las relaciones colectivas de trabajo como en el plano individual.

En estos casos está en juego principalmente el derecho a la libertad de expresión de los trabajadores. Está en juego también un derecho humano fundamental, como lo es el derecho al trabajo.

En este proceso de estudio se han procurado presentar pautas mínimas a tener en cuenta en estos casos. Dejando en claro, como criterio general, que la justicia, sin perjuicio de utilizar algunos criterios, analiza caso a caso las situaciones que se presentan, así como el contexto en el que se dan.

Seguidamente les dejo los respectivos links para acceder al material producido en este proceso de trabajo.

https://www.youtube.com/watch?v=J4LSbgZuGMU

https://www.youtube.com/watch?v=eRK2HXcIpkE

https://www.cuestaduarte.org.uy/documentos/publicaciones-en-redes-sociales-en-y-fuera-del-ambito-laboral

 

 

 

lunes, 16 de enero de 2023

Brasil: Advertencia a la navegación democrática

 

Lo que ocurrió en Brasilia el pasado día 8, es un acontecimiento que solo tomó por sorpresa a quienes no quisieron o no pudieron informarse de sus preparativos, ampliamente difundidos en las redes sociales.

La ocupación violenta de las sedes del poder legislativo, ejecutivo y judicial y de los espacios aledaños, así como la depredación de los bienes públicos de estos edificios por parte de manifestantes de extrema derecha, constituyen actos de terrorismo planeados y minuciosamente organizados por sus cabecillas. Se trata, por tanto, de un acontecimiento que pone en serio peligro la supervivencia de la democracia brasileña y que, por la forma en que sucedió, puede amenazar mañana otras democracias en el continente y en el mundo. Conviene, pues, analizarlo a la luz de su importancia. Las principales características y lecciones son las siguientes:

 El movimiento de extrema derecha es global y sus acciones a escala nacional se benefician de experiencias antidemocráticas extranjeras y a menudo actúan en alianza con ellas. Es conocida la articulación de la extrema derecha brasileña con la extrema derecha estadounidense. El conocido portavoz de esta última, Steve Bannon, es amigo personal de la familia Bolsonaro y desde 2013 ha sido una figura tutelar de la extrema derecha brasileña. Además de las alianzas, las experiencias de un país sirven de referencia a otro y constituyen un aprendizaje. La invasión de la plaza de los Tres Poderes en Brasilia es una copia «mejorada» de la invasión del Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021, pues aprendió de ella y trató de hacerlo mejor. Fue organizada con más detalle, procuró traer a mucha más gente a Brasilia y utilizó varias estrategias para hacer que la seguridad pública democrática sintiese que nada anormal sucedería. Los cabecillas tenían como objetivo ocupar Brasilia con al menos un millón de personas, sembrar el caos y permanecer el tiempo necesario para permitir la intervención militar que pusiese fin a las instituciones democráticas.

Se pretende hacer creer que se trata de movimientos espontáneos. Por el contrario, están organizados y tienen una profunda capilaridad en la sociedad. En el caso brasileño, la invasión de Brasilia se organizó desde diferentes ciudades y regiones del país y en cada una de ellas había líderes identificados con un número de teléfono para poder ser contactados por los adherentes. La participación podía adoptar muchas formas. Quienes no pudiesen viajar a Brasilia, tenían misiones que cumplir en sus localidades, bloqueando la circulación de combustibles y el abastecimiento de los supermercados. El objetivo era crear caos por la carencia de productos esenciales. Algunos recordarán las huelgas de camioneros que precipitaron la caída de Salvador Allende y el fin de la democracia chilena en setiembre de 1973. A su vez, el caos en Brasilia tenía objetivos precisos. Fue asaltada la sala del Gabinete de Seguridad Institucional, ubicada en el sótano del Palacio de Planalto, donde fueron robados documentos confidenciales y armamento de alta tecnología, lo que demuestra que hubo entrenamiento y espionaje. También se encontraron cinco granadas en el Supremo Tribunal Federal y el Congreso Nacional.

En los países democráticos, la estrategia de extrema derecha se basa en dos pilares: a) invertir fuertemente en las redes sociales para ganar las elecciones con el objetivo de, si las gana, no usar el poder democráticamente ni dejarlo democráticamente. Así fue con Donald Trump y con Jair Bolsonaro como presidentes. b) en el caso de que no prevea ganar, comenzar a cuestionar desde antes la validez de las elecciones y declarar que no acepta ningún otro resultado que no sea su victoria. El programa mínimo es perder por un pequeño margen para hacer más creíble la idea del fraude electoral. Fue lo que ocurrió en las últimas elecciones en Estados Unidos y en Brasil.

  • Para tener éxito, este ataque frontal a la democracia necesita contar con el apoyo de aliados estratégicos, tanto nacionales como extranjeros. En el caso de los apoyos nacionales, los aliados son fuerzas antidemocráticas, tanto civiles como militares, instaladas en el aparato de gobierno y de la administración pública que, por acción u omisión, facilitan las acciones de los rebeldes. En el caso brasileño, es particularmente clamorosa la connivencia, la pasividad e incluso la complicidad de las fuerzas de seguridad del Distrito Federal de Brasilia y de sus dirigentes. Con la agravante de que esta región administrativa, por ser sede del poder político, recibe cuantiosos ingresos federales con el propósito específico de defender las instituciones. En el caso brasileño, es escandaloso también que las Fuerzas Armadas se hayan mantenido en silencio, sobre todo cuando era conocido el propósito de los organizadores de crear el caos para provocar su intervención.

Por otro lado, las Fuerzas Armadas toleraron la instalación de campamentos de manifestantes frente a los cuarteles, un área de seguridad militar, y que permanecieran allí durante dos meses. Fue así como la idea del golpe prosperó en las redes sociales. En este caso, el contraste con Estados Unidos es flagrante. Cuando se produjo la invasión del Capitolio, los jefes militares estadounidenses hicieron cuestión de subrayar su defensa de la democracia. En este sentido, el nombramiento del nuevo ministro de Defensa, José Múcio Monteiro, que parece apostado en una buena y reverente relación con los militares, no augura nada bueno. Es un ministro problemático después de todo lo que ha sucedido. Brasil está pagando un precio muy alto por no haber castigado los crímenes y a los criminales de la dictadura militar (1964-1985), teniendo en cuenta que algunos crímenes ni siquiera prescribieron. Esto fue lo que permitió al expresidente Bolsonaro elogiar a la dictadura, rendir homenaje a los militares torturadores y designar militares, algunos fuertemente comprometidos con la dictadura, en importantes cargos de un gobierno civil y democrático. Solo así se explica por qué hoy se habla del peligro de un golpe militar en Brasil, pero no en Chile o en Argentina. Como es sabido, en estos dos países los responsables de los crímenes de la dictadura militar fueron juzgados y penados.

Además de los aliados nacionales, los aliados extranjeros son cruciales. Trágicamente, en el continente latinoamericano, Estados Unidos ha sido tradicionalmente el gran aliado de los dictadores, cuando no directamente el instigador de golpes de Estado contra la democracia. Resulta que, esta vez, Estados Unidos estaba del lado de la democracia y eso hizo toda la diferencia en el caso de Brasil. Estoy convencido de que, si Estados Unidos hubiera dado las habituales señales de aliento a los aspirantes a dictadores, hoy estaríamos frente a un golpe consumado. Desgraciadamente, a la luz de una historia de más de cien años, esta posición estadounidense no se debe a un repentino celo por la defensa internacionalista de la democracia. La posición de Estados Unidos estuvo estrictamente determinada por razones internas. Apoyar el bolsonarismo de extrema derecha en Brasil sería dar fuerza a la extrema derecha trumpista estadounidense, que sigue creyendo que la elección de Joe Biden fue el resultado de un fraude electoral y que Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos. De hecho, preveo que mantener una extrema derecha fuerte en Brasil será importante para los propósitos de la extrema derecha estadounidense en las elecciones de 2024. Es de esperar que la intención sea crear una situación de ingobernabilidad que dificulte al máximo la actuación del presidente Lula da Silva en los próximos años. Para que esto no suceda, es necesario que los golpistas y depredadores sean severamente castigados. Y no solo ellos, sino también sus mandantes y financistas.

Para garantizar la sostenibilidad de la extrema derecha es necesario tener una base social, disponer de financiadores-organizadores y de una ideología lo suficientemente fuerte como para crear una realidad paralela. En el caso de Brasil, la base social es amplia, dado el carácter excluyente de la democracia brasileña, que hace que amplios sectores de la sociedad se sientan abandonados por los políticos democráticos. Brasil es una sociedad con gran desigualdad socioeconómica, agravada por la discriminación racial y sexual. El sistema democrático potencia todo esto hasta el punto de que el Congreso brasileño es más una caricatura cruel que una representación fiel del pueblo brasileño. Si no es objeto de una profunda reforma política, eventualmente será completamente disfuncional. En estas condiciones, existe un amplio campo de reclutamiento para las movilizaciones de extrema derecha. Obviamente, la gran mayoría de los que participan en ellas no son fascistas. Solo quieren vivir con dignidad y no creen que esto sea posible en democracia. En cuanto a los financiadores-organizadores, parecen ser, en el caso de Brasil, sectores del bajo capital industrial, agrario, armamentista y de servicios que se beneficiaron del (des)gobierno bolsonarista o con cuya ideología se identifican más.

En lo que se refiere a la ideología, parece asentarse sobre tres pilares principales. En primer lugar, el reciclaje de la vieja ideología fascista, es decir, la lectura reaccionaria de los valores de Dios, Patria y Familia, a los que ahora se suma la Libertad. Se trata sobre todo de defender incondicionalmente la propiedad privada para así, con eso: a) poder invadir y ocupar la propiedad pública o comunitaria (territorios indígenas); b) defender efectivamente la propiedad, lo que implica armar a las clases propietarias; c) tener legitimidad para rechazar cualquier política ambiental; y d) rechazar los derechos reproductivos y sexuales, en particular el derecho al aborto y los derechos de la población Lgbtiq+. En segundo lugar, la ideología implica la necesidad de crear enemigos a destruir. Los enemigos tienen varias escalas, pero la más global (y abstracta) es el comunismo. Cuarenta años después de que, al menos en el hemisferio Occidental, han desaparecido los regímenes y partidos que defienden la implantación de sociedades comunistas, este sigue siendo el fantasma contradictoriamente más abstracto y más real. Para entender esto es necesario tener en cuenta el tercer pilar de la ideología de extrema derecha: la creación incesante y capilar en el tejido social de una realidad paralela, inmune a la confrontación con la realidad real, llevada a cabo por las redes sociales y por las religiones reaccionarias (iglesias evangélicas neopentecostales y católicas antipapa Francisco) que vinculan fácilmente el comunismo y el aborto y así infunden un miedo abisal en poblaciones indefensas, todo ello facilitado por el hecho de que hace tiempo que estas perdieron la esperanza de tener una vida digna. El intento de golpe de Estado en Brasil es un aviso a la navegación. Los demócratas brasileños, latinoamericanos, estadounidenses y, en última instancia, de todo el mundo deben tomar esta advertencia muy en serio. Si no lo hacen, mañana los fascistas no se limitarán a tocar la puerta. Seguramente irrumpirán sin ceremonia para entrar.

Extraído de Caras & Caretas numero 1101 correspondiente al Viernes  13 de enero de 2023. Titulo Original: “Brasil: Advertencia a la navegación democrática”. Autor: Boaventura de Sousa Santos.

13 DE ENERO DE 2023

 

domingo, 15 de enero de 2023

Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas. Record de exportaciones durante 2022.

 

Fue un 2022 excepcional para las exportaciones tanto en volumen como en el precio explicado en un contexto mundial muy especial.

Iniciamos el año con el dato de que las exportaciones fueron récord en 2022, información que se venía previendo con un impulso muy importante en el primer semestre y con algunos enlentecimientos en la segunda parte del año. Según el informe publicado por Uruguay XXI en su informe de Comercio Anual, durante el año que acaba de terminar las exportaciones totales de bienes crecieron 16,5% y registraron un total de US$ 13.356 millones siendo China una vez más el principal socio comercial del país.

Fue un 2022 excepcional para las exportaciones tanto en volumen como en el precio explicado en un contexto mundial muy especial. De hecho, los precios de los alimentos exportados por Uruguay se ubicaron 13% por encima de los valores promedio del año anterior, importante diferencia. Pero entre los diferentes rubros el comportamiento tuvo sus diferencias. El aumento de los precios de los granos fue impresionante con valores superiores a 22% respecto de 2021, pero no todos los granos se comportaron igual. Las carnes y aceites por su parte tuvieron diferente comportamiento a lo largo del año: mientras que los primeros tres meses fue de suba, la segunda mitad del año fue de baja, llegando a valores promedio solamente superiores al 5% respecto del año anterior.

El contexto bélico internacional fue una oportunidad para el perfil exportador de Uruguay y se vio beneficiado en precios y en volúmenes, al punto total que a pesar de un comportamiento del tipo de cambio a contramano del mundo, y que estuvo afectando la competitividad, las exportaciones de bienes se mantuvieron con niveles excepcionales.

Los principales resultados Las exportaciones uruguayas de bienes incluyendo zonas francas alcanzaron un récord histórico desde que se realizan los registros de Uruguay XXI. El crecimiento respecto del año 2021 fue de 16,5% y alcanzó un total de 13.356 millones de dólares. Si bien se vio un buen desempeño durante todo el año, el mismo no fue uniforme y tuvo un período de mejoras permanentes entre enero y agosto respecto del año anterior y con algunas bajas en el último cuatrimestre. Si se observa la evolución de valor, volumen y precio, en casi todos los productos el aumento de exportaciones se explica por un mayor precio, siendo además muchos de ellos los principales rubros en el ranking. La carne bovina, la celulosa, la madera, los plásticos y lácteos tuvieron un aumento de precios mayor al de volumen, mientras que en el arroz, los concentrados de bebidas, la soja, los subproductos cárnicos y los vehículos fue mayor la variación de volumen que de precio. El principal producto de exportación fue la carne bovina que representó el 19% del total llegando a 2.557 millones de dólares con un aumento de 5% respecto del año anterior. Si vemos la evolución a lo largo del año durante los primeros seis meses fue de aumento y luego de caída explicando parte importante de la merma de las exportaciones en el último cuatrimestre. China sigue liderando el primer destino para la carne con el 58%, seguido por la Unión Europea, 12%, y EEUU 14%.

La soja es el segundo destino de exportación representando el 14% del total exportado. La celulosa se encuentra en el tercer lugar con una participación de 14%. La siguen los lácteos, 7%, el concentrado de bebidas, 5%, la madera, 4%, el arroz, 4%, los subproductos cárnicos, 3% y los vehículos 3%. En 2022 las exportaciones de soja totalizaron US$ 1.922 millones, más del doble de lo exportado en 2021 y se explica el aumento tanto por volumen como por los precios que aumentaron en los mercados internacionales. La referencia de precios internacionales se mantuvo al alza durante todo el año, al respecto el precio de futuros de Chicago tuvo importantes incrementos en el primer semestre con un pico en el segundo trimestre. La tendencia alcista se frenó recién en diciembre. Fue uno de los rubros en los que la guerra de Ucrania tuvo importantes impactos positivos en los precios. También se destacó la existencia de nuevas oportunidades en cuanto a destino, como el caso de Argentina y Paraguay. La celulosa ocupó el tercer lugar en el ranking de productos con un total US$ 1.818 millones en 2022 aumentando un 14% respecto al año anterior; el principal destino fue la Unión Europea seguido por China. Lo siguió la madera uno de los pocos rubros en caída tanto en precio como en volumen. Las exportaciones de madera fueron U$S 560 millones en 2022, 1% por debajo del valor del año anterior. Las exportaciones de arroz alcanzaron US$ 501 en 2022, 31% por encima del valor registrado en 2021. Esto se considera en año calendario, ya que la zafra comercial de arroz se mide entre el 1 de marzo y el 28 de febrero del año siguiente. México fue el principal destino de este producto con el 20% del total siendo un destino consolidado y seguido por Brasil con 18%. Otros destinos relevantes fueron Venezuela, Costa Rica, Perú y Cuba, con participaciones sobre el total de 11%, 7%, 6% y 5%. Se destaca de las exportaciones de arroz el porcentaje de ventas cáscara en el total en relación con el arroz elaborado, el crecimiento de destinos como Venezuela, una evolución de precios que no fue tan favorable como en otros commodities, así como las necesidades de ventas en grandes volúmenes. Finalmente, los subproductos cárnicos tuvieron una baja llegando a US$ 460 millones. En lo que refiere a los destinos, se mantiene China como el principal destino. Al respecto el informe destaca que “las exportaciones hacia China aumentaron 12% en 2022 y alcanzaron US$ 3.675 millones, lo que representa el 28% del total exportado”. El aumento se explica principalmente por el incremento de exportaciones de soja, que creció significativamente. Otro rubro, que es el primero y de relevancia, es la carne bovina y que tuvo una baja en todo el año siendo la misma en los últimos meses del año. Otros productos cuyas ventas presentaron caídas a este destino fueron subproductos cárnicos, madera, lácteos, ganado en pie, carne ovina y caprina y lana. El segundo destino es la Unión Europea que sustituye a Brasil en este puesto. Luego sigue Brasil, Argentina y los EEUU. Como se observa el componente regional sigue siendo de relevancia y es pilar para las exportaciones fuera de la región. Otros destinos para destacar fueron Argelia, México, Chile, Egipto y Reino Unido. Algunos comentarios a modo de síntesis y perspectivas La realidad del contexto generó condiciones únicas que permitieron niveles excepcionales en las exportaciones, tanto en lo que refiere a precios como a volúmenes, si bien no es homogéneo en todos los rubros y hasta la interna de estos es una realidad que la competitividad vía tipo de cambio jugó en contra. Desde el mes de abril, mientras el dólar se fortaleció en el mundo, en Uruguay estuvo perdiendo valor, quedando en un punto de mucho desequilibrio. En los primeros seis meses y hasta ocho meses del año, dado lo acelerado e importante de las exportaciones, no fue sentido como un factor que afectará, pero cuando la distancia se siguió marcando y algunas evoluciones empezaron a cambiar las tendencias, comenzaron planteos desde las principales gremiales y sectores vinculados. 2023 parece un poco más complicado porque las perspectivas son bastante más complejas en lo que refiere a las principales economías del mundo y ya se están sintiendo las retracciones de muchos rubros. Tanto desde el MGAP a través del informe de DIEA como de Uruguay XXI se manifiesta que “luego de un 2022 muy favorable para los principales cultivos exportables, se espera que tanto los rendimientos como los precios de exportación promedio sean inferiores el próximo año” y se estima una baja en las exportaciones de origen agroindustrial en casi todos los principales rubros.

Extraído de Caras & Caretas numero 1101 correspondiente al Viernes  13 de enero de 2023. Titulo Original: “Se exporta más pero se derrama menos”. Autor: Maria Noel Sanguinetti.

13 DE ENERO DE 2023

La multitud en el Perú tiene largos e inexplicables silencios que rompe cada cierto tiempo con una violencia y un sentimiento de despojo brutal

 

Una exjefa de gabinete, dos ex ministros, un congresista, un abogado de Cusco, un escritor de Puno y un taxista de Juliaca opinan sobre cómo se llegó a este punto y cuál es la salida.

Desde que el 7 de diciembre Pedro Castillo se presentara frente a las cámaras anunciando el cierre del Congreso por “la labor obstruccionista de una mayoría de congresistas identificada con intereses racistas”, Perú ha entrado en un estado de caos social en el sur, normalidad en la capital y resto del país, incertidumbre política y estabilidad económica. El caos, aunque focalizado en las regiones del sur, se ha traducido ya en 46 fallecidos: 39 civiles en enfrentamientos, siete civiles por accidentes de tránsito y hechos vinculados a los bloqueos de carreteras, y un policía, además de 542 civiles y 290 policías heridos.

Las posiciones son extremas y enfrentadas; de un lado, una población cuyos muertos ya no la dejan aceptar otro objetivo que no sea la dimisión de la presidenta, Dina Boluarte, y la convocatoria inmediata de elecciones; por otra parte, un gobierno cuyo primer ministro, Alberto Otárola, declara que Boluarte no va a dimitir y pide a los peruanos que “confíen en la democracia, confíen en el estado de derecho. Confíen en los derechos humanos. Confíen en sus instituciones. Tengan confianza en su Policía, en sus Fuerzas Armadas”. Sin embargo, las cifras parecen contradecir esta seguridad. Frente a los casi 50 fallecidos, apenas se informa de detenidos y mucho menos de la apertura de investigaciones internas en el seno de la Policía o las Fuerzas Armadas.

La jornada del lunes 9 terminó con 18 víctimas mortales. En la noche los disturbios se ampliaron a Puno, donde fueron quemadas las dependencias de la Aduana, y a Ilave, donde incendiaron la casa del congresista por la región Jorge Luis Flores Ancachi. Al día siguiente, la noticia de la aparición de un policía calcinado junto a su vehículo con muestras de haber sido torturado cerró la jornada más dramática hasta el momento.

Cuando el gobernador de Puno, Richard Hancco, abandonó la conexión con la reunión que se estaba realizando en Lima entre gobernadores regionales, Lima se percató de que algo grave estaba sucediendo en el sur. La reunión era presidida por Boluarte, quien, mirando a cámara, se mostró sorprendida y declaró: “Me acaban de comunicar que acaba de fallecer un civil en Puno. Hermanos de Puno, hermanos de donde todavía se están levantando, ¿en protesta de qué? No se está entendiendo claro lo que están pidiendo”.

El martes 10, el gobierno presidido por Otárola tenía agendado presentarse ante el Congreso de la República para solicitar su voto de confianza, un trámite obligatorio para todos los gobiernos en el plazo de los 30 días después de su nombramiento. La entrada del premier y sus ministros fue acompañada de gritos de “asesinos, asesinos” y exhibición de pancartas por parte de una oposición enervada a causa de las declaraciones previas del aspirante a gobernar: “Está sucediendo una resaca del golpe de Estado en el país”. Después, el premier compartiría su programa de nueve ejes e invitaría a alguno de sus ministros a ampliar las medidas, especialmente económicas, para superar la crisis. El posterior debate evidenció la atomización y polarización de los miembros del Congreso. De un lado surgieron las acusaciones de que las protestas son instigadas por parte del narcotráfico, la minería ilegal e incluso residuos de Sendero Luminoso, mientras que del otro se acusaba al gobierno de tener un carácter cívico militar y de haber dado una respuesta desproporcionada a las manifestaciones.

El gobierno pasó el trámite con 73 votos a favor, 43 en contra y seis abstenciones, mientras Juliaca convocaba una masiva manifestación en torno a los ataúdes donados por la asociación de funerarias. Al mismo tiempo que los representantes de los diferentes ministerios hablaban de las compensaciones a las víctimas y a las regiones, la emisora local La Decana de Juliaca iba anunciando las donaciones de los mercados y agrupaciones de comerciantes de miles de soles a las familias de los fallecidos e internados en cuidados intensivos. El miércoles 11, mientras las calles de Juliaca vivían el duelo, la protesta se trasladó a Cusco y era Qosqo Times, otro medio local de la antigua capital del Tahuantinsuyo, el que informaba del nuevo intento de toma del aeropuerto y la siguiente víctima mortal, un dirigente comunal de 50 años.

¿Cómo es posible llegar a estas cifras de caos y muerte? ¿Dónde se encuentra la salida a una situación que parece trabada en posiciones antagónicas que no desean el consenso sino sólo la victoria? Se lo hemos preguntado a la última premier del ex presidente Pedro Castillo, al que acompañaba cuando anunció la disolución del Congreso, a dos ex ministros del primer gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, en cuya administración se dice que el obstruccionismo del congreso fujimorista dio comienzo a la actual crisis, a uno de los congresistas más fustigados por la actual oposición, a un abogado de Cuzco; a un escritor de Puno y a un taxista de Juliaca.

Betssy Chávez ha sido la última premier de la presidencia de Pedro Castillo y es congresista por la región de Tacna. El 7 de diciembre, cuando el expresidente ordenó la disolución del Congreso, ella era una de los presentes junto a otros cuatro ministros, y se quedó a su lado y lo acompañó los siguientes días de detención. Ese 7 de diciembre marca un antes y un después para Chávez. En su opinión, Boluarte tomó una serie de acciones que en varias regiones de Perú fueron consideradas una traición.

Desde el día uno del gobierno de Castillo, afirma, se ha dado una acción paralizante por parte de la dirigente opositora Keiko Fujimori y un sector del Congreso en todos los ámbitos. Por ejemplo, se han interpuesto tres mociones de vacancias, una serie de interpelaciones y censuras a diferentes ministros, y se han rechazado más de 70 proyectos de ley que ha presentado el Ejecutivo al legislativo. El primero de ellos buscaba precisamente el equilibrio entre los dos poderes con la eliminación de las figuras de disolución del Congreso y de vacancia presidencial para conseguir en su lugar la creación de consensos.

La distribución de bancas en el Congreso ya comienza a marcar una discriminación, señala: entre Lima, Lima provincia y el Callao suman 40 de los 130 plazas de congresistas. Todo Perú alimenta a Lima, pero en regiones no hay carreteras bien hechas, hay sistemas de salud totalmente deficientes, no hay agua ni alcantarillado, no hay gas. En su opinión, hace falta una modificación de la distribución de las bancas. El congreso fujimorista de 2016 (con 73 congresistas de Fuerza Popular) ha convertido al Ministerio Público, la Fiscalía de la Nación, en un poder apéndice que abraza al Congreso y tiene el statu quo para permanecer en el poder, afirma. Es una situación compleja del poder, de la que los campesinos y la clase trabajadora son conscientes, y han salido a protestar autoconvocándose, porque no tienen ningún político detrás de esto, porque todos los políticos están bloqueados y siendo investigados, por organización criminal, por rebelión, por conspiración o por cualquier otra figura, agrega.

Manifestación y homenaje final a Remo Candia, líder de la comunidad campesina de Anta, fallecido tras una protesta en reclamo de la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, en Cusco.

Manifestación y homenaje final a Remo Candia, líder de la comunidad campesina de Anta, fallecido tras una protesta en reclamo de la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, en Cusco.

Jorge Nieto Montesinos fue ministro de Cultura y de Defensa en el primer gabinete de Pedro Pablo Kuczynski, en 2016. En diciembre rehusó a presidir el gobierno de Boluarte al negarse ella a cambiar a los ministros directamente relacionados con las consecuencias de la represión de las movilizaciones de los días 14 y 15 de diciembre. Su análisis comienza con la cita del historiador Jorge Basdre de 1929: “La multitud en el Perú tiene largos e inexplicables silencios que rompe cada cierto tiempo con una violencia y un sentimiento de despojo brutal”.

Nieto considera que estas movilizaciones en general obedecen a agravios ancestrales a una población abandonada y con enormes necesidades básicas, como el agua potable y la electricidad, mucho más allá de la reciente crisis política o incluso de la que azotó al gobierno en el que ejerció en 2016, en el que algunos marcan el inicio de la actual crisis por el obstruccionismo parlamentario fujimorista. Sin embargo, existen en paralelo minorías organizadas con capacidad de recursos que compiten con el Estado y que han tenido capacidad de darles algún tipo de orientación a estas protestas. Se refiere a la minoría ilegal, el contrabando y el narcotráfico, que tienen formas primarias de control del territorio con el uso y ejercicio de la violencia física y, en algunos casos, de impartición de justicia (en junio del año pasado 14 mineros ilegales fueron asesinados con armas de gran calibre en Ocoña, Arequipa, presuntamente por otros mineros ilegales, en un suceso que aún no está aclarado). No descarta además la existencia y asistencia en las protestas de un actor adicional, remanentes de Sendero Luminoso, que haya intentado darle algún tipo de orientación.

Amilcar Romero Beltrán es abogado formado en Francia, preside Ankawa Internacional, una asociación especializada en el apoyo de los derechos humanos y los procesos democráticos. Ha nacido y reside en Cusco, ciudad en la que se registró el último fallecido hasta el momento. Al igual que Nieto, señala que el denominador común de los motivos de la actual crisis es la exclusión de una parte importante de la población, ya que nunca se creó un proyecto de Estado en Perú a partir de una idea común. El único fin ha sido el saqueo de los recursos del país, dice. Un estado de derecho construido en la exclusión, que ha generado, ademas, fuertes economías paralelas.

 

En este contexto, dice, no se trata de una lucha entre buenos y malos. Agrega que está muriendo gente defendiendo intereses y agendas que se mueven por debajo de la mesa, y que parte de la población arrastra un sentimiento de derrota y abandono. Romero explica cómo la protesta del 11 fue precedida de marchas y concentraciones masivas de carácter pacífico que no alteraron el normal funcionamiento de la ciudad. Sin embargo, una nueva reunión de dirigentes determinó la decisión de la toma del aeropuerto y, en ese intento, se generaron los altercados que finalizaron con un muerto y varios heridos.

Guillermo Bermejo es congresista. Consiguió su banca por Perú Libre, pero dejó la formación para constituir el grupo Perú Democrático. Es uno de los congresistas más discutidos desde las filas opuestas, que lo acusan de proximidad a Sendero Luminoso, acusación que rechaza y ha defendido con éxito ante tribunales. La explicación de Bermejo de la crisis es coincidente con las de Nieto y Romero: el éxito macroeconómico del país de los últimos 30 años no se siente en las grandes mayorías, sobre todo, de los lugares que producen la riqueza (minerales y gas), y en particular en el sur. Esa región siente una gran desazón al no ver el desarrollo en sus zonas, que carecen de hospitales, escuelas, carreteras, y además sienten el ninguneo y desprecio a su identidad.

Esa población sintió que Castillo era el inicio de una serie de cambios que la derecha no ha permitido. “Por eso, fui el primero en manifestar mi oposición al cierre del Congreso, que considero que hizo de una manera no calculada y que ha tenido como consecuencia la llegada de la derecha al gobierno de la mano de Dina Boluarte, que se aferra al poder”, dice. Es especialmente grave porque en este año vencen los contratos petroleros y mineros y entra una inversión de 54.000 millones de dólares, agrega. Los nuevos contratos tendrán una vigencia de 25 o 30 años, y con ellos se asegura la fortuna de las generaciones venideras de aquellos que estén en las mesas de negociación. Otra consecuencia de la decisión de Castillo es que ha dejado de hablarse de los casos de Odebrecht, el Club de la Construcción, el Caso Cócteles sobre la financiación de las campañas de Keiko Fujimori y tantos otros que tenían que empezar a verse ahora, agrega.

Marisol Pérez Tello fue congresista en el período 2011 y 2016, y ministra de Justicia en el gobierno de Kuczynski. Además, es capitana en la reserva en el área de inteligencia y sigue vinculada al Ejército como docente especializada en derechos humanos. Para ella, Castillo no es la causa de las desgracias del país, sino que llega a la presidencia a causa de ellas, traducidas en una enorme brecha de desigualdad que 20 años de crecimiento no han cerrado. A la desigualdad se suma una crisis de representación, ineficacia y corrupción en un sistema político débil y sin instituciones, que termina en lo que ha terminado, opina.

 

La polarización de voces estruendosa con un discurso dictatorial ha silenciado a un grueso de la población que cree en la inversión privada pero también en la presencia del Estado que ha de proteger a las poblaciones vulnerables, señala. Esas voces estruendosas piden unas condiciones de mercado sin importarles el costo, otras piden orden sin pensar tampoco en el orden, y ambos extremos quieren retroceder en libertades sociales. En eso se juntan esos extremos de izquierda y de derecha, dice.

Christian Reynoso es un escritor y periodista de Puno, que ha dedicado el grueso de su obra a narrar la región. Entre sus novelas se destaca El rumor de las aguas mansas, en la que narra el asesinato del alcalde del distrito de Ilave, en un linchamiento público en 2004. Reynoso empieza su reflexión sobre los sucesos actuales con una palabra: hartazgo. Un hartazgo del poblador que vive “en ese otro país fuera de Lima que es Perú”, un hartazgo contra la clase política en todos los niveles. Hay un punto de ebullición, dice. El bicentenario de la independencia coincide con la asunción de un presidente que es reconocido por esta población harta como uno de los suyos. En su opinión, la detención de Castillo, más allá de que su presidencia haya estado salpicada de ineficiencia y actos de corrupción, ha significado para esta población la exclusión del sistema político de su líder y de ellos, y esto es lo que desencadena esta ola de protestas. Mientras tanto, agrega, hay un gobierno que sigue en su burbuja centralista, limeña, capitalina, sin ver lo que está pasando en ese otro Perú tan lejano que da la razón al dicho “Puno más cerca del cielo que de Lima”.

A la unión de todas las comunidades y provincias del norte y sur de Puno hay que sumar algunos operadores políticos y financieros que tienen que ver y proceden del contrabando, la minería ilegal y seguramente sectores radicales del espectro político, señala. Sin embargo, lo que prima es el concepto de lo colectivo, que se sigue practicando en las comunidades que están muy bien organizadas, incluso económicamente.

Alfredo, que prefiere mantener la reserva de su identidad, trabaja en Juliaca como taxista. Su relato tras el lunes 9 confirma las palabras de Reynoso: se ve la llegada de más pobladores de comunidades y la presencia de manifestantes es masiva. Alfredo define a los asistentes a las manifestaciones como “gente humilde que camina, no como dicen en Lima pagados por narcotraficantes”. Y no falta plata, hay recursos propios, agrega. Las demandas ya se han limitado a la renuncia de Dina Boluarte y su gobierno, “algunos hablan de la asamblea constituyente sin entender muy bien qué es eso, y de Castillo ya apenas se habla, lo que se pide en protesta es la renuncia de la presidenta y todos los que la acompañan, porque no quieren otra cosa que manejar los nuevos contratos que se vienen”.

 

Marisol Pérez Tello ve en el corto plazo momentos de convulsión muy complicados que terminarán. Para la exministra, sería necesario una gran alianza electoral y de gobierno que incorpore libertad, justicia, inversión privada pero también presencia del Estado cerrando brechas, que le dé al país esperanza. Jorge Nieto, por su parte, prevé que si el gobierno persiste en su política actual no sería extraño una precipitación del proceso electoral, que en su opinión no es conveniente pero sí posible y que podría tener como consecuencia que se mantuvieran los mismos que ahora están. Amilcar Romero coincide en este diagnóstico y señala que sin una modificación sustancial del marco jurídico político es ingenuo pensar en que algo vaya a cambiar.

Extraído de LA DIARIA, 15 de enero de 2023. Titulo original “La crisis en Perú ya deja 46 muertos”. Autor: Juanjo Fernández.

martes, 10 de enero de 2023

Los indicadores laborales a lo largo del territorio

 

El INE presentó los datos del mercado laboral para el período septiembre-noviembre, distinguiendo según el área geográfica de residencia.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Maldonado fue el departamento que registró la tasa de empleo más alta durante el período setiembre-noviembre (63,6%), seguido por Flores (62,7%) y por Soriano (59,5%). En el otro extremo, los menores registros correspondieron a Treinta y Tres (51,7%), Rivera (51,9%) y Rocha (52,3%) .

Maldonado también fue el departamento con la mayor tasa de actividad durante el período analizado, que se ubicó en el entorno de 67,8%. También Soriano y Flores permanecen en las primeras posiciones, aunque en este caso Soriano se situó en el segundo lugar (66,1% y 65,3% respectivamente). En contraste, la tasa de actividad más baja del país fue la de Tacuarembó, estimada en 54,5%. Le siguieron Treinta y Tres (56,6%) y Rivera (56,7%).

Combinando la demanda (empleo) con la oferta (actividad), la menor tasa de desempleo para el trimestre que se extiende desde setiembre a noviembre fue la de Tacuarembó, que se situó en torno a 3,8%. Dos décimas por encima se posicionó la tasa correspondiente a Flores (4,0%), y luego la de Durazno (4,1%). Con casi 10 puntos porcentuales de diferencia aparece la tasa de desempleo para Río Negro, que fue la más alta de todo el país (13,7%). La tasa fue también de dos dígitos en los casos de Salto (12,7%), Rocha (10,9%), Soriano (10,1%), Lavalleja (10,1%) y Paysandú (10%).

El informe del INE también releva los niveles de informalidad a lo largo y ancho del territorio uruguayo. Para el trimestre bajo estudio la mayor tasa de no registro a la seguridad social fue la de Artigas, superando 40%. El resto de las tasas fueron menores a 35%, destacándose el caso de Montevideo que es el departamento que tiene el guarismo más bajo (12,6%).

¿Cómo evolucionaron las cifras a nivel de municipios?

Para Montevideo los datos del trimestre arrojaron una tasa de actividad y de empleo de 63,1% y 58,5% respectivamente. En el caso del desempleo, la medición se situó en torno a 7,3%. Sin embargo, la desagregación de la información a nivel de Municipio pone de relieve los fuertes contrastes que existen al interior de la capital.

La brecha más acentuada es la que emerge al comparar los registros de los municipios B y D. Para el primero la tasa de actividad fue 71% y la tasa de empleo 67,1%, en tanto que para el segundo esas cifras se reducen hasta 59,8% y 52,7% respectivamente. El Municipio D también tiene la tasa de desempleo más elevada dentro de Montevideo, siendo casi de 12%. La más baja, por su parte, corresponde al Municipio CH y fue de 3,5% durante el período setiembre-noviembre. Un panorama similar se desprende al repasar las cifras de informalidad, que varían entre 3,5% (Municipio CH) y 24,2% (Municipio A).

Las estadísticas refieren al área de residencia de las personas, que puede no coincidir con el área geográfica de sus trabajos. Hay que tener presente también la zafralidad y estacionalidad del empleo en muchos departamentos, y también que las estructuras del mercado varían marcadamente entre ellos, lo que puede afectar la comparación en un momento determinado del tiempo.

EXTRAIDO DE LA DIARIA Publicado el 9 de diciembre de 2023. TITULO ORIGINAL: “Los indicadores laborales a lo largo del territorio”.