martes, 31 de enero de 2023

Perdida de salario. Los trabajadores perdieron 1.000 millones de dólares en 2022 con respecto a 2019.

 

La pérdida del conjunto de trabajadores frente al capital sumó 1.000 millones de dólares en 2022 con relación a 2019.

Los trabajadores asalariados pasaron de percibir 41,5% del PIB en 2019 a 40,3% en 2022. Por su parte, la participación del capital pasó de 37,8% a 39,3%

El PIB y la distribución funcional del ingreso

El enfoque más usual conceptualiza al producto interno bruto (PIB) como el valor total de los bienes y servicios generados en una economía a lo largo de un período de tiempo (un año). Es decir, que si se suma el valor de todos los bienes y servicios producidos en Uruguay el año pasado (desde la carne hasta las clases en escuelas públicas y privadas; desde el software hasta los servicios de hotel), esto suma el valor del PIB. En el caso de Uruguay en el último año, casi 70.000 millones de dólares.

Una interpretación alternativa y complementaria es entender al PIB como el total de la riqueza generada y repartida en el país en ese período. Y es que toda la riqueza generada en forma de bienes y servicios es apropiada por alguien; a algún bolsillo va a parar. O sea que, si sumamos el total de salarios pagados a quienes trabajan, más las ganancias de las empresas (dividendos), los intereses devengados por el capital financiero, y las rentas por la propiedad (por ejemplo, de la tierra), se debe alcanzar ese mismo valor de 70.000 millones de dólares.

Mientras que el primer enfoque es especialmente útil para una mirada de la estructura económica del país (qué sector productivo explica qué porción de la riqueza producida en el país), la segunda, mucho menos frecuente, es útil para obtener una mirada distributiva. Esta permite responder cómo se reparte la riqueza generada en el proceso productivo entre los diferentes “factores productivos” (trabajo, capital, tierra) y, por tanto, entre sus propietarios (clases sociales), trabajadores y capitalistas en sus diversas formas. Esto es conocido como la distribución “funcional del ingreso”, que es una mirada alternativa a la distribución “personal” del ingreso, cuyo foco son los individuos u hogares y básicamente se centra en cómo se distribuyen estos en la escala de ingresos de la sociedad (típicamente los “deciles”), sin hacer referencia a su papel en el proceso productivo.

Por tanto, la distribución funcional del ingreso surge de observar cómo se reparte el PIB entre los sectores o clases sociales. Así, en la información disponible para 2017, elaborada por el Banco Central, se observa que el 100% se reparte de la siguiente forma: las remuneraciones de asalariados (ingreso de trabajadores en relación de dependencia) dan cuenta del 42% del PIB; el “excedente de explotación bruto” que condensa todas las formas de remuneraciones puras del capital, apropiaba el 37% del PIB; el “ingreso mixto bruto” explica el 9% y refiere a los ingresos de trabajadores autónomos donde no es posible diferenciar qué parte es ganancia de capital y qué parte es por trabajo (por ejemplo, en un almacenero que trabaja en su negocio), y el 12% restante corresponde a “impuestos menos subvenciones sobre la producción y los productos”, que básicamente es lo que apropia y consume el Estado (que no incluye ni los aportes a la seguridad social que se incluyen en los salarios ni los impuestos sobre los ingresos de cualquier tipo, que no han sido descontados de esos ingresos).

Extraído de LA DIARIA en versión parcial, 30 de enero de 2023. Titulo original “La pérdida del conjunto de trabajadores frente al capital sumó 1.000 millones de dólares en 2022 con relación a 2019”. Autor: Fernando Isabella.

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