Yo digo que
detrás del contrato de trabajo hay una cierta esclavitud que algún día va a
cambiar, algún día el hombre se va a poder hacer dueño de su trabajo y del
valor de su trabajo sin la intermediación de nadie.
Porque en
definitiva que yo entregue la tercera parte de mi día a un extraño, para que él
me la maneje y para que me dé a cambio nada más que para poder comer yo y mi
familia, es una injusticia social básica. Esto es explotación del hombre por el
hombre.
La
explotación del hombre por el hombre tiene una raíz ética absolutamente injusta,
esa injusticia está sucediendo hoy día, por eso, uno insiste mucho en la
protección.
Al
trabajador nunca se le paga el real valor que tiene su trabajo en el mercado.
Este es el famoso tema de la plusvalía. El trabajador vende su energía metida
en el producto que crea, producto del cual otro se apropia.
Porque
algún día esto va a tener que cambiar, porque no hay derecho a que el capital
se forme con el monto de lo que se le deja de pagar al trabajador por su
energía consumida. Una sociedad auto gestionada puede hacer eso.
Mientras
esto sucede, uno siente como imprescindible la protección del derecho del
trabajo. Aunque nosotros luchemos para algún día no haya explotación del hombre
por el hombre, en el mientras tanto debemos de seguir protegiendo a quien pone
su vida y su cuerpo al servicio de los intereses económicos de otro. Luchemos
para que usted no tenga que darle a otro ocho horas de su vida, en el mientras
tanto debemos de seguir protegiendo.
Porque
usted cuando trabaja prácticamente abdica de sus libertades, por ejemplo: no
puede ver a su familia, no puede ir a ver un hijo si está enfermo, a veces
siquiera puede reírse o conversar con sus pares. Es decir, son una cantidad de abdicaciones,
en un largo periodo del día, cosa que tiene que cambiar.
Mientras no
cambie tenemos que proteger al hombre en situación de trabajar, porque está en
una condición de inferioridad, de desigualdad permanente. La protección es el
mandato esencial del derecho del trabajo; pues el hombre sacrifica mucho en
ocho horas.
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