domingo, 19 de noviembre de 2017

Los medios de comunicación se nos han adueñado de la cosa en sí. 
 
Que la violencia es negocio, que la guerra es negocio, que la inseguridad también lo es; no lo voy a descubrir yo. La gran zafra la tuvieron en la semana “los grandes” medios de prensa del país. Se han convertido intencionalmente en sujetos trascendentales (al estilo Kanteano). Nos muestran lo peor, para hacernos brotar lo peor de nosotros, ese mismo instinto de aniquilar, de hacer sufrir y de ese modo casi sin darnos cuenta igualarnos al propio delincuente, en una especie de síndrome de Stocolmo. De ese modo lograr que todo parezca peor cada día. “Esto esta cada día peor” se suele escuchar “no sé donde vamos a terminar” rematan otros, algo así como el fin de la historia de Fukuyama.. Los “grandes medios” son afectos (y nos arrastran con ellos) a los principio de Goebbels (el jefe de propaganda nazi) que nos ordena “Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque” o aquella otra que dice “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto” y de este modo “Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad”. La violencia no es la niña ultrajada y muerta, eso es la punta del iceberg, que no se soluciona ultrajando y matando a su matador. La violencia que no nos muestran los medios de comunicación, no nos muestran la realidad real, nos muestran la que construyen; es el polvo que nos trae estos lodos. La verdadera violencia, la verdadera que explica ésta otra que nos muestra el informativo, es que el hambre en el mundo creció un 38%, la violencia que sufren los niños cuando se los excluye por pobres o por ser de discapacitados, la que sufren las mujeres por una concepción machista de la sociedad, la que sufren los pobres cuando se los hecha a los márgenes de las ciudades, la violencia inmanente del contrato de trabajo. Los medios de comunicación se nos han adueñado de la cosa en sí y no nos dimos cuenta, nos hacen vivir en mundos irreales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario