domingo, 31 de diciembre de 2023

Feliz año 2024. Lucha por tus derechos.

 

Todas las conquistas que en la historia del derecho pueden registrarse: la abolición de la esclavitud, de la servidumbre, la libre disposición de la propiedad territorial, la libertad de la industria, la libertad de conciencia, el derecho del trabajo como derecho humano; no han sido alcanzadas sino después de una lucha de las más vivas, que con frecuencia han durado siglos. No pocas veces, el camino que el derecho deja a su paso ha quedado marcado por torrentes de sangre, y en él encontraremos por doquier derechos que fueron pisoteados.

Por su parte, la magia de la libertad sindical (el derecho a crear un sindicato, el derecho a afiliarse a un sindicato, el derecho a hacer huelga) nació en las entrañas vivas del acontecer social y no del gabinete aséptico y formal del jurista. Se ganó por el pueblo en las calles  de la Revolución Industrial, y se tiene que seguir ganando día a día frente a la represión en los campos y ciudades del subdesarrollo y en los suburbios fabriles de las sociedades desarrolladas. En la calle se conquistó el derecho de huelga, que hizo del delito de coalición y huelga del código penal francés un prestigioso derecho del hombre de nuestras constituciones de hoy.

El desenvolvimiento dinámico de la huelga engendró, para el mundo jurídico, un nuevo sujeto de derecho: el sindicato; una nueva figura del consenso: el convenio colectivo y un nuevo medio de lucha que se consagro jurídicamente: el derecho de huelga.

A veces, con los vientos flexibilizadores y desreguladores del nuevo tiempo, se pretende ignorar esas raíces de la cuestión social, de la lucha obrera, de la huelga.

El derecho considerado en su desenvolvimiento histórico nos presenta, pues, la imagen de la búsqueda, del forcejeo y de la lucha; en una palabra, de los más penosos esfuerzos, llevado siempre adelante por los más desarrapados.

Si el sentimiento de lucha de los individuos está embotado, si es cobarde y apático; si las trabas que las leyes injustas o las malas instituciones le ponen en el camino no le permiten moverse y desenvolverse libremente con toda su fuerza; si es perseguido cuando debiera ser protegido y estimulado; si se acostumbra a tolerar la injusticia, a considerarla como un estado de cosas que no es posible cambiar, ¿quién podría creer que un hombre cuyo sentimiento de lucha se encuentra así de humillado, atrofiado y apagado vaya a despertar repentinamente?.

Aquella persona que nunca ha sido acostumbrada a defender sus derechos con arrojo, ¿cómo va a sentir el impulso voluntario de consagrar su vida y su patrimonio a la colectividad? ¿Qué cabe esperar del hombre que, renunciando a su derecho por mera comodidad, no ha llegado a comprender el daño moral que se produce cuando sufren su persona o su honor? A ese hombre que no ha conocido en el derecho otra medida que la de su interés material, ¿cómo puede pedírsele que tenga otro modo de juzgar cuando se trata del derecho y del honor de su colectivo? ¿De dónde habría de emanar repentinamente ese idealismo de la convicción que hasta el momento ha sido negado? ¡No, eso no puede ser!.

Necesitamos personas que actúen con pasión y reaccionen con energía ante una vulneración del derecho, que no afecta sólo al individuo, sino a todo el pueblo entero, como en el caso de un atentado contra su libertad política, de ruptura o derrocamiento de su Constitución.

A un pueblo cuyos integrantes tienen por costumbre defender valerosamente sus derechos, hasta en los más pequeños detalles, nadie osará arrancarle el bien que le es más precioso.

El que nos niega la protección de las leyes, nos  destierra entre los salvajes del desierto y pone en nuestras manos la maza con la que habremos de defendernos. Todos los despotismos han comenzado con intromisiones en el derecho privado, desconociendo y atropellando el derecho del individuo. Toda disposición arbitraria o injusta, emanada del poder público o mantenida por éste, es un atentado contra el sentimiento jurídico nacional y por ende, contra la misma fuerza colectiva.

Lucha por el derecho, lucha por tus derechos, tu deber es luchar por el derecho: pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.

(Para este trabajo ser realizaron citas textuales de la obra “La lucha por el derecho” de Rudolf von Ihering, de la obra “Los mandamientos del Abogado” de Eduardo J Coutore y de la obra “Trabajo Derecho y Sociedad” Tomo II de Helios Sarthou)

 

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