lunes, 31 de julio de 2023

Una perspectiva economica para los trabajadores uruguayos. Entrevista a la economista Alejandra Picco

 

«El gobierno deja un país más desigual y con mayor exclusión»

La coordinadora técnica del Instituto Cuesta Duarte analizó el panorama económico nacional y fue categórica al afirmar que el Gobierno dejará como legado un país «con más cantidad de pobres»

Picco también sostiene que habrá una fuerte concentración de la pobreza entre los niños, niñas y adolescentes, lo que «condiciona nuestro futuro»; por tanto, aquello de 'los mejores cinco años de nuestras vidas' en realidad pasó a ser «un país más segmentado», con «mayor exclusión» y «mayor desigualdad social».

¿Cómo se refleja el crecimiento del 4.9% de la economía en los salarios y el empleo? ¿Las y los trabajadores en particular y la población en general se han visto beneficiados de esa mejora?

Creo que justamente hay un desacople entre la trayectoria que ha tenido la economía y la que vienen mostrando el salario y el empleo; y esto es lo que se refleja en definitiva en ese desacople entre la trayectoria que ha tenido la actividad económica post pandemia y el bienestar económico de los hogares y la trayectoria de indicadores sociales como la pobreza en el proceso de recuperación post 2020. Retomando las cifras, en 2020 la actividad económica tuvo una caída de algo más de 6%, pero en los dos años posteriores creció 5,3% y 4,9%, de manera que hoy el país genera una producción total, una riqueza, superior a la que se producía previo a 2020. Sin embargo, el salario (componente fundamental en los ingresos de los hogares) cayó en términos medios durante 3 años y todavía no volvió a tener los niveles que tenía previo a la pandemia. En materia de empleo, si bien la recuperación fue mucho más rápida -y nos sorprendió para bien a la mayoría de los analistas-, hoy tenemos una cantidad de ocupados, y fundamentalmente tasas de empleo y desempleo, superiores a las que teníamos en 2019, y también tenemos un mercado de trabajo distinto. En esas diferencias, en algunos aspectos ha presentado algunas mejoras en cuanto a calidad del empleo -como es el caso del registro a la seguridad social- pero, en otras aristas, como es el caso de los ingresos laborales, ha empeorado. No solamente por la caída que tuvo el salario real que antes te mencioné, sino porque hoy tenemos un porcentaje de trabajadores ocupados con niveles salariales muy bajos e insuficientes, superior -en cantidad pero también en porcentaje- que el que teníamos en 2019. Entonces, en definitiva, estas trayectorias distintas y las diferentes velocidades de recuperación de la actividad económica, el empleo y el salario, lo que marcan es un empeoramiento de la distribución funcional del ingreso y una transferencia de riqueza desde los asalariados hacia otros sectores de la sociedad, en la medida en que la masa salarial -que es algo así como lo que percibe el conjunto de los asalariados y por tanto, se nutre de lo que sucede tanto con el salario como con el empleo-, representa hoy un porcentaje menor de la producción total.

¿Qué impacto tiene en la economía de nuestro país que haya 100.000 trabajadores más que en 2019 que ganan menos de 25 mil pesos?

Nosotros venimos haciendo un seguimiento de lo que le hemos dado en llamar los salarios sumergidos desde el año 2010. En ese sentido, lo que hacemos es considerar un umbral arbitrario, que hoy lo ubicamos en los 25 mil pesos líquidos al mes por una jornada de 40 horas semanales, que es lo que consideramos un salario sumergido o insuficiente para ese tiempo de trabajo; y, a partir de ahí, analizamos cuántos trabajadores perciben ingresos menores a ese monto y cuáles son sus características, tanto de los ocupados como de los puestos de trabajo en los que se ubican. Es una foto de la situación en cuanto a ingresos laborales. Y lo que nos muestra esa última foto es que tenemos más de 500 mil ocupados en nuestro país y, dentro de ellos, unos 320 mil asalariados que perciben ingresos inferiores a ese monto en 2022. Y además, vemos que ese porcentaje aumentó -medido en términos constantes en la comparación, obviamente- entre 2019 y 2022. Lo estamos estudiando más de cerca, porque este incremento –de unos 5 puntos porcentuales, tanto para los ocupados como para los asalariados- no se puede explicar solamente por la caída de salario real registrada, sino que hay que ir un poquito más allá y tratar de ver cómo se compuso esa caída media, y también estudiar, en esta recomposición del mercado de trabajo post pandemia, cómo son los ingresos de los puestos de trabajo que se han generado en el proceso de recuperación, en relación a los que había y se perdieron. Creo que esta foto que hacemos es relevante para entender dónde se ubican los ingresos de los ocupados, más allá de la trayectoria que muestre en promedio la evolución del salario y el ingreso de los hogares -que son datos que publica y difunde periódicamente el INE-, y habla tanto de las remuneraciones e ingresos asociados a los puestos de trabajo como de la calidad de vida y el bienestar al que pueden acceder esos trabajadores ocupados. Lo que quiero decir acá es que el hecho de que un trabajador asalariado, por ejemplo, perciba un ingreso inferior a los 25 mil pesos líquidos al mes, por sí solo habla –sin lugar a dudas- de una carencia o deficiencia de ese puesto de trabajo, que tiene que ver con los ingresos que permite alcanzar a quien se desempeña en él. Por otro lado, la calidad de vida y el bienestar al que puede acceder ese trabajador que percibe menos de 25 mil pesos líquidos al mes va a depender no solamente de ese ingreso, sino también de cómo se compone su núcleo familiar, si es el único ingreso del hogar, si es uno de varios, si es el ingreso más bajo, entre otras cosas. Ahora, existe un vínculo importante entre salarios sumergidos, pobreza y otras carencias en el empleo como el no registro a la seguridad social; entonces, si bien el ingreso del trabajador por su trabajo no necesariamente tendría por qué explicar, por ejemplo, el nivel de bienestar que podría alcanzar, no podemos desconocer que hay un vínculo importante entre ambos. Y entonces tenemos que pensar a la política salarial como una política relevante de mejora en las condiciones de vida de las personas y de mejora, por ejemplo, de los niveles de pobreza; algo que usualmente se piensa y se vincula solamente con las transferencias sociales, pero no podemos obviar que aproximadamente la mitad de las personas pobres mayores de edad trabajan. No son pobres porque no trabajen, sino porque seguramente tienen varios problemas asociados al empleo (escasas horas, escasos ingresos, informalidad, etc.). Entonces, la política salarial es una forma de atacar eso. Y es por eso que desde la central se ha insistido en contemplar, de manera especial y con ajustes salariales adicionales, a esos trabajadores que perciben ingresos sumergidos.

¿Qué sucedió con el famoso derrame del que habló el equipo económico y el presidente de la República?

Creo que esa idea del derrame no se verifica. No se ha verificado en nuestro país en el correr de la historia ni tampoco en este contexto, por la sencilla razón de que no todas las personas están en las mismas condiciones para apropiarse de los frutos del crecimiento económico; y, por lo tanto, el accionar de la política pública es central en este sentido. En el mismo sentido que cuando hay una crisis o un shock negativo, no todos están en las mismas condiciones de afrontar la caída. El Estado debe estar atrás de aquellos que se van a ver impactados más negativamente y no tienen recursos propios para afrontarla -ni materiales ni capacidades-. En los momentos de crecimiento pasa lo mismo, pero en el sentido inverso. Por ejemplo, cuando la economía crece, no todas las personas van a poder insertarse en el mercado de trabajo ni van a poder hacerlo en las mejores condiciones con empleos de calidad, porque no todos tienen esas capacidades y habilidades. Y acá es donde entra de manera importante el rol del Estado facilitando eso, llevando adelante políticas –en distintos ámbitos- que propendan a que se dé ese derrame y a que quienes por sí solos no podrían, también se puedan beneficiarse de los frutos del crecimiento.

En un seminario reciente explicaste que durante la pandemia la caída entre sectores de actividad fue muy desigual y que la recuperación también es desigual. ¿Por qué se da ese fenómeno?

La pandemia, por sus características, provocó un shock sobre la actividad económica distinto a los que se habían dado previamente -producto de crisis económicas, por ejemplo-, que obviamente no alcanzó a todos los sectores por igual. Y también la recuperación se dio de manera diferencial, porque estos sectores más afectados tardaron más en recuperarse. A esto hay que agregar que durante la crisis, y fundamentalmente en la recuperación, se dieron algunos factores -que se podría decir puntuales- que hicieron que algunos sectores de actividad tuvieran un desempeño distinto y muy bueno, y que, de hecho, fueran estos los sectores que impulsaron la recuperación. Este es el caso por ejemplo de la actividad de la construcción vinculada a la instalación de la nueva planta de UPM y las obras conexas; y también claramente de los sectores agroexportadores que se vieron enfrentados a una fuerte demanda y a precios internacionales particularmente altos en términos históricos. Entonces, mirar esta trayectoria sectorial –que no es homogénea- nos permite entender otras evoluciones; y me parece que de esto también se desprende una fuerte crítica a lo que fue la política salarial desplegada por esta administración, que podemos ver por ejemplo en las propuestas de los lineamientos presentados por el Poder Ejecutivo para la negociación salarial de la actividad privada, y que es lo que explica después la evolución del salario real y de la masa salarial. Porque he escuchado muchas veces de parte de actores del gobierno que la caída de salario real era algo inexorable en el marco de la pandemia o que fue enteramente provocado por esta, que no había otra alternativa y que se dio en todo el mundo. Pero lo que yo veo es que en nuestro país tenemos una herramienta –que no todos los países tienen- sumamente potente, como es la negociación colectiva en el marco de los Consejos de Salarios y que, por sus características, podría haber operado de manera distinta; y que fue la política salarial y la propuesta del Ejecutivo para los salarios la que la llevó a donde terminó: una fuerte caída del salario real promedio y una lenta recuperación. A lo que voy es que obviamente ante una parada tan fuerte de la actividad en algunos sectores, era difícil pensar que los ingresos por el trabajo no se vieran afectados. Ahora, la pregunta es: ¿esa política de caída salarial para todos los sectores a rajatabla, que propuso el Ejecutivo en 2020-2021, era la más adecuada, o se podía haber tenido una “intervención más quirúrgica” y analizado si en todos los sectores ameritaba esa caída? En definitiva: ¿era razonable que los trabajadores de la construcción o los del agro vinculados a la exportación y la industria agroexportadora, que tuvieron desempeños muy buenos incluso durante la pandemia, también tuvieran esa caída de salario real? Luego, en el caso de la construcción, por ejemplo, esa caída no se verificó, porque el sindicato logró acordar algo distinto; pero igualmente la vara que puso la propuesta del Ejecutivo de emparejar para abajo condicionó los resultados. ¿Por qué los trabajadores rurales –de ingresos bajos en su gran mayoría, además- tuvieron que afrontar una caída de salario real que todavía no terminaron de recuperar, en un sector que tuvo ganancias extraordinarias en estos años? Eso es lo que me hace pensar que la política salarial se explicó más por una demanda de recomposición de las ganancias de parte de los sectores empresariales que por los efectos de la pandemia. Y lo mismo vemos en la recuperación: ¿por qué el salario real va a tardar tantos años en volver al nivel que tenía previo a la pandemia (los nuevos lineamientos proponen que esto suceda recién a mediados de 2025), si la economía hoy ya produce más en términos medios y el empleo está en niveles superiores a los de 2019? Obviamente, hay sectores que, como decía antes, han tenido más dificultades para recuperarse, pero: ¿es la rebaja salarial la solución a estos problemas? Es obvio que en el caso del comercio de frontera, por ejemplo, no hay rebaja salarial que habilite o haga competitivas esas actividades; pero pensar siempre en el ajuste salarial a la baja como forma de compensar otras debilidades productivas o de empleo a nivel sectorial y, en definitiva, mirar siempre al salario solamente como un costo de producción y no como el ingreso con el que viven la mayor parte de los hogares, no creo que sea una buena opción de política, ni que nos deje en el lugar que queremos como sociedad.

Según un informe elaborado por ustedes desde el ICUDU, los lineamientos del gobierno para la 10a ronda no contemplan ajustes adicionales para los salarios más sumergidos. ¿Esto quiere decir que la brecha entre ricos y pobres seguirá aumentando? ¿Los más pobres serán aún más pobres?

Desde hace varios años -décadas, te diría- el movimiento sindical viene promoviendo ajustes salariales más elevados y diferenciales para los salarios más bajos. Esto ha corrido por los carriles de la negociación durante bastante tiempo (fue promovido inicialmente en los acuerdos de Consejos de Salarios por los sindicatos) y también ha sido recogido –en distinta medida- por parte de las distintas administraciones de gobierno. Incluso durante esta administración se continuó en algún momento con esta política. El objetivo es claro y tiene que ver con apuntalar los niveles salariales más bajos, afectando de manera diferencial tanto los niveles salariales como a quienes los perciben. Y de hecho, en los momentos en que se llevó adelante esa política de manera más agresiva entre 2010 y 2015, vemos impactos importantes en materia salarial: los salarios más bajos crecieron mucho más que el resto en este período, y eso hizo que se alcanzaran buenos resultados en materia distributiva, avances en cuanto a disminución de los niveles de pobreza y mejora en los indicadores generales de distribución de los ingresos. Obviamente esto fue producto, además, de la implementación de otras políticas públicas que fueron en la misma línea, pero no se puede desconocer el rol de la política salarial al respecto. En el actual contexto, donde justamente son los indicadores sociales y de bienestar los que están mostrando más dificultades para recuperarse, nos parecía más que pertinente volver a hacer esta diferenciación que, en definitiva, fue planteada al Ejecutivo, pero hubo una respuesta negativa al respecto que creo que se explica por lo que decía antes, de mirar a los salarios más como un costo para los empresarios que como el ingreso de quienes viven del trabajo, y dimensionar el impacto que eso tiene en la vida de las personas.

¿Cuál es el legado que dejará el equipo económico actual al futuro gobierno? ¿Se puede hacer una especie de balance y proyección del año y medio que aún resta en materia de economía y trabajo?

Pienso que la próxima administración se va a encontrar con una economía más rica o que genera más riqueza -ya que logró sortear la caída de la pandemia y superar los niveles de producción previos-, pero más desigual: con una mayor cantidad de trabajadores que perciben salarios muy bajos y que, por ende, el trabajo no les permite salir de la pobreza o mejorar de manera sostenible sus niveles de bienestar; con niveles de empleo mayores pero problemas relevantes en materia de empleo -y por eso el empleo sigue siendo uno de los principales problemas que ven los uruguayos en el actual contexto- que tienen que ver con los ingresos, pero también con la percepción de inseguridad sobre la estabilidad de esos empleos; con más cantidad de personas pobres y una fuerte concentración de la pobreza entre los niños, niñas y adolescentes, que condiciona en buena medida nuestro futuro; un país más segmentado, con una mayor exclusión y desigualdad social.

Extraido de Caras y Caretas número 1128 del 28 de julio de 2023. Autor: Alfredo Percovich. Título original: “El gobierno deja un país más desigual y con mayor exclusión”

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