sábado, 24 de diciembre de 2022

Navidad de 1972

 

Este 2022 se cumplieron 50 años de varios acontecimientos que marcaron la historia política y religiosa de Uruguay, entre ellos, el asesinato de varios militantes cristianos comprometidos con la transformación social y la celebración de la Navidad en el Penal de Libertad, a cargo de varios líderes religiosos que estaban presos por motivos políticos.

Antes de encontrarse en las cárceles y cuarteles de todo el país, estos militantes, inspirados por diferentes vertientes filosóficas, compartían los mismos sueños e ideales de transformación social y desarrollaban sus prácticas sociales y políticas en diversos contextos. Entre ellos, el Frente Amplio, donde confluyeron referentes de tradición socialista, comunista, cristiana, comunitarista, latinoamericanista y donde la teología de la liberación, la educación popular, la opción por los pobres se respiraban, se practicaban y se cantaban.

Estos movimientos cristianos de liberación eran vistos como la versión cristiana de la subversión y responsables de la infiltración comunista en la iglesia, y contra ellos se desplegó el control y la persecución de los aparatos represivos estatales enmarcados en la doctrina de la seguridad nacional promovida por Estados Unidos.

Cuando el 14 de abril de 1972 miembros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) asesinaron al ministro Armando Acosta y Lara desde los techos de la Iglesia metodista central, la polarización social y política, que también se expresaba en el campo eclesial, no hizo más que aumentar. Dos días después del hecho, la iglesia fue atacada con una bomba por la Juventud Uruguaya de Pie. Ambas acciones colocaron a la Iglesia metodista en el ojo de la tormenta y generaron golpes duros para la comunidad, que fue asediada por los servicios de inteligencia. Se acusó a la iglesia de complicidad con los tupamaros, la pastora Ilda Vence y el presidente de la Iglesia metodista Emilio Castro recibieron duras críticas en la prensa, y la comunidad quedó dividida entre quienes consideraron que la Iglesia era cómplice del atentado y quienes no.

Pocos días después, el arzobispo de Montevideo Carlos Parteli visitó la seccional 20 del Partido Comunista, donde eran velados ocho militantes asesinados el 17 de abril en esa misma sede. El gesto de solidaridad cristiana, que contenía un fuerte cariz político, no hizo más que aumentar la tensión entre la Iglesia y el presidente Juan María Bordaberry –un devoto católico integrista– y provocó reacciones en la derecha, tanto católica como política. Del otro lado, el hito fue vivido como un acto de gran humanidad, que el secretario general del Partido Comunista Rodney Arismendi definió como auténtico y enraizado en el sermón de la montaña.

Mil novecientos setenta y dos también estuvo marcado a fuego por el asesinato de varios jóvenes cristianos que militaban en diversos espacios sociales. En una lista no exhaustiva están Luis Carlos Batalla Piedra Buena, nacido en Treinta y Tres, militante del Partido Demócrata Cristiano, muerto a golpes el 24 de mayo; Juan Diógenes Álvarez Miranda, militante social de la Iglesia luterana de Rivera, asesinado en la bajada de Pena el 10 de junio; Héctor Jurado de Avellaneda, pastor bautista en Estación Atlántida, detenido y herido de muerte el 9 de julio por su supuesta vinculación con el MLN; Joaquín Klüver, militante del Partido Comunista Revolucionario, detenido y ejecutado por la espalda el 6 de diciembre por repartir volantes en una feria, había nacido en Mercedes y tenía formación metodista.1

Pero, así como fue un año de persecución, exilio, detenciones, torturas y muerte, también hubo rendijas de esperanzas, historias de solidaridad, protestas, huelgas, comunión y ayunos.

 

NAVIDAD EN LIBERTAD

Sin quererlo, para la Navidad de 1972 la dictadura había reunido en el Penal de Libertad a un variado y talentoso grupo de músicos y clérigos. Llegadas las fiestas, había una preocupación por las situaciones de depresión entre los presos, que se acentúan en estas fechas. Los pastores, sacerdotes y laicos recluidos a veces tenían la oportunidad de acompañar el dolor de sus compañeros y dar una palabra de aliento. Este grupo ecuménico, que se encontraba semanalmente a orar y a estudiar la Biblia, propuso a las autoridades hacer una misa o culto de Navidad.

En el documental Fe en la resistencia, el pastor Ademar Olivera contó que para la Navidad del 72 se hicieron tres oficios, a los que concurrió buena parte de los presos políticos. Era una comunión democrática, donde los oficiantes y los fieles tenían el mismo atuendo gris, la cabeza rapada y las mantas moras, y compartieron la misma copa y el mismo pan.2

El grupo que hizo el oficio estaba conformado por los sacerdotes José María Bidegain, Salvador Burges, Manuel Dibar, Carlos Fernández, Pier Luigi, Luis Rouve, Solón Veríssimo; los pastores metodistas Miguel Brun, Heber Cardozo y Olivera; el pastor bautista Jorge Valenzuela, y al menos otros diez laicos valdenses, católicos y metodistas:3 «Yo fui ateo toda la vida y te sorprendía la cantidad de gente que sin ser creyente concurría a las ceremonias. Era una forma de salir y estar juntos. Fui a la primera misa y, para mi sorpresa, Raúl Sendic estaba sentado en la primera fila», recordaba Artigas Gandaro, participante de la ceremonia.4

La música y los músicos fueron muy importantes durante esas celebraciones. Heber Cardozo recuerda sus nombres: «Pivel, primer violín del SODRE, Álvaro Botto, concertista de guitarra, Aníbal Sampayo, Oscar Laucha Prieto y un músico de Juan Lacaze, y nosotros con la guitarrita». Fue un momento memorable, se cantó «La noche de los pobres», de los hermanos Santini, «Hemos de vencer», de Martin Luther King y una canción de cuna compuesta por Sampayo sobre la Navidad «que nos emociona hasta el día de hoy, ya que muchos teníamos hijos chicos».

En la ceremonia de aquella Navidad de 1972, los presos del penal –cristianos o no– se dieron a sí mismos un mensaje profundo al cantar «Cuando los Santos vienen marchando», que dice entre sus estrofas: «Él nos dará la libertad, cuando venga a rescatarnos, él nos dará la libertad».

1. Datos tomados del libro ¿De qué lado está Cristo? Religión y política en el Uruguay de la Guerra Fría (Fin de Siglo, 2021), de Dahaian Barrales y Nicolás Iglesias.

2. Relato recogido en el documental Fe en la resistencia (2018), de Stephanie Kreher, Nicolás Iglesias.

 

3. Estos momentos fueron recreados en la historia «Comunión de las manos vacías», en el libro Bocas del Tiempo (2007), de Eduardo Galeano, según el relato que le acercó Miguel Brun.

4. Nicolás Iglesias Schneider, «Resistencia o sumisión: las religiones frente al golpe militar», Lento n.º 31, pág. 50.

5. Ídem.

EXTRAIDO DE BRECHA N° 1935. TITULO ORIGINAL: Comunión entre cristianos e izquierdas. Autor: Nicolás Iglesias Schneider, 23 de diciembre, 2022

 

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