domingo, 3 de abril de 2016

Al margen del agravio a la naturaleza humana que implica la cosificación del trabajo humano y la primacía del mercado sobre las aspiraciones de los seres humanos, la equiparación con las mercancías y la aplicación irrestricta de la ley de la oferta y la demanda esta fundada sobre el grueso error de no tomar en cuenta que esa supuesta mercancía, a diferencia de las verdaderas, tiene detrás un ser que posee la capacidad de expresar sentimientos , de comunicase con los de su misma especie, de actuar de consuno y solidariamente con ello y también de ser reconocidos y amparados por la sociedad en su conjunto . La diferencia sustancial entre el trabajo humano y la simple mercancía desautoriza la identificación del salario con un precio sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Resulta claro que el hombre no puede ser objeto de mercado alguno, sino señor de todos estos, los cuales solo encuentran su sentido y validez si tributan a la realización de los derechos de aquel y del bien común. Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

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