Al
cumplirse 50 años de la heroica Huelga General, presentamos algunos apuntes
sobre el modelo económico de la dictadura, impuesto a sangre y fuego,
profundamente antinacional y antipopular.
Un modelo para la oligarquía
Hacia
finales de los años 60 la economía llevaba una década de estancamiento
generalizado. El modelo de industrialización hacia adentro, que había permitido
un importante crecimiento económico, del empleo industrial y de los ingresos,
se mostraba agotado por sus limitaciones estructurales. La elevada inflación
era la expresión más clara de la puja distributiva entre trabajo y capital.
La década
de los 60 fue prolífica en cuanto a “propuestas” de salida a la crisis
económica estructural, en función de las distintas visiones ideológicas y los
intereses defendidos por cada sector de la sociedad.
La
propuesta de la CIDE expresaba la perspectiva de un capitalismo nacional, con
foco en la planificación del desarrollo y un conjunto de reformas estructurales
que permitieran superar el atraso económico.
La
propuesta de vastos sectores obreros y populares, cristalizada en el primer
Congreso del Pueblo, planteaba un proyecto que incluía el control social del
excedente económico y las principales palancas del funcionamiento de la
economía, la profundización de la industrialización que trascendiera el
estrecho mercado interno nacional y un horizonte de superación del capitalismo
que se veía como el origen de fondo de los problemas económicos del país.
La
propuesta de los sectores económicamente dominantes asociados al imperialismo
planteaba una salida por el lado del ajuste, tanto de salarios como del gasto
público social, recomponiendo por esa vía la ganancia del capital para impulsar
la inversión, con fuerte foco en la transnacionalización de la economía,
favorable únicamente para una pequeña minoría de grandes capitalistas. Un país
exportador de productos agropecuarios y agroindustriales, con base a las
ventajas competitivas naturales y la rebaja de costos que fuera necesaria para
asegurar la mayor rentabilidad de estos sectores; así como un proyecto de plaza
financiera para atraer al capital privado extranjero. Este proyecto de país fue
el que se empezó a imponer con el Pachecato a partir de 1968 y posteriormente con
el Golpe de Estado de 1973.
La concentración del ingreso y la riqueza
Durante el
período transcurrido entre 1973 y 1984 se produjo una gigantesca transferencia
de ingresos desde el trabajo hacia el capital. Este hecho puede sintetizarse en
los siguientes datos. En 1984 el Producto Bruto Interno (PBI) per cápita era un
15% superior al existente en 1972 pero en igual período el Salario Real Medio
cayó a la mitad. Según la estimación de Jorge Notaro, esto implicó una
transferencia de 5.000 millones de dólares desde los trabajadores asalariados
hacia el capital.
Si
dividimos el período de la dictadura en dos partes podemos avanzar más en la
comprensión de lo sucedido en el plano económico.
Entre 1973
y 1981 el PBI per cápita creció aproximadamente 40% mientras que en el mismo
período el Salario Real Medio perdió el 30% de su valor. Es decir, se produjo
un importante crecimiento de la economía simultáneamente a una fuerte caída de
los ingresos de los trabajadores. De hecho, el crecimiento económico en esta
etapa tuvo como uno de sus fundamentos principales la rebaja de los costos
laborales.
Entre 1974
y 1978 particularmente, los grandes favorecidos del modelo fueron los grandes
capitales vinculados a la agroindustria y la industria exportadora. Se beneficiaron
enormemente de subsidios para su desarrollo, un tipo de cambio favorable, así
como de la disminución del costo salarial.
Entre 1978
y 1981, hubo una inflexión en el manejo de la política económica, profundizando
la apertura y liberalización del movimiento de capitales. En esta etapa, el
gran beneficiado fue el capital financiero internacional, que se valorizó con
enormes tasas de ganancia.
Por su
parte, entre 1982 y 1984, el modelo entra en crisis, a partir del cambio de las
condiciones externas regionales (crisis en Argentina) e internacionales
(cambios en la política de tasa de interés de Estados Unidos), que impactaron
rápidamente en una economía donde se había profundizado la dependencia. En
apenas un par de años, se produce una caída del PBI per cápita del entorno del
17% mientras que el Salario Real cae un 28% respecto al punto de partida de
este segundo subperíodo.
En
conclusión, la dictadura llevó adelante una redistribución regresiva del
ingreso, en perjuicio de los trabajadores, tanto en la etapa donde el modelo
tuvo crecimiento económico como en la etapa de la crisis del modelo.
La profundización de la subordinación al
capital financiero internacional
En el año
1973 la deuda externa uruguaya era de 718 millones de dólares, cifra
equivalente a un 25% del Producto Bruto Interno (PBI) de la economía. En el año
1984 la deuda externa había ascendido a 4.664 millones de dólares, equivalente
al 90% del PBI. En valores corrientes el endeudamiento del país se multiplicó
por más de 6 veces.
El modelo
económico de la dictadura se sostuvo en el ingreso masivo de capitales desde el
exterior. Los años 70 fueron un período donde el capital tuvo grandes
dificultades para valorizarse en las economías desarrolladas, tras la
finalización del ciclo económico de crecimiento de posguerra. La apertura y
liberalización llevada a cabo por la dictadura uruguaya (al igual que en el
resto del Cono Sur) permitió el incremento de las tasas de interés en nuestra
economía y la afluencia de capitales en busca de valorización.
Esta
llegada de capitales permitió financiar el incremento de las importaciones,
tanto para consumo principalmente de los sectores más pudientes, como de
insumos para las actividades económicas en auge. Durante 1973-1981 la economía
creció, pero aumentaron la dependencia respecto al exterior y sus
vulnerabilidades estructurales.
En el
período 1982-1984 se produjo una severa crisis que fue “resuelta” por la
dictadura a través del salvataje del sector financiero, que incrementó
enormemente la deuda externa de una economía que ya venía aumentando su
endeudamiento. Fue la tristemente recordada “compra de carteras” que transfirió
al Estado uruguayo (es decir, al conjunto de la sociedad) el costo de la
crisis, lo que se fue pagando en los años sucesivos con aumentos de impuestos a
los sueldos y al consumo.
La crisis
del 82 y las medidas en torno a la misma, hicieron que sectores del capital
nacional que habían sido beneficiados en la etapa de crecimiento económico del
modelo, mediante la rebaja de salarios y la política de estímulo a las
exportaciones, retiraran su apoyo al régimen, quedando únicamente el capital
financiero y la fuerza como sustento de este.
En
síntesis, el modelo económico de la dictadura fue profundamente antipopular y
antinacional. Contra ello dio batalla nuestro pueblo, desde un primer momento
con la huelga general.
Extraido de
El Popular del 24 de junio de 2023. Autor: Economista Bruno Giometti. Titulo
original: Apuntes sobre el modelo económico de la dictadura
No hay comentarios:
Publicar un comentario