“Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y
las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes. La sede
clásica de ese modo de producción es, hasta hoy, Inglaterra. Es éste el motivo
por el cual, al desarrollar mi teoría, me sirvo de ese país como principal
fuente de ejemplos. Pero si el lector alemán se encogiera farisaicamente de
hombros ante la situación de los trabajadores industriales o agrícolas
ingleses, o si se consolara con la idea optimista de que en Alemania las cosas
distan aún de haberse deteriorado tanto, me vería obligado a advertirle:
De te fabula narratur! [¡A ti se
refiere la historia!]”
(Marx, 1867, Prólogo a la primera
edición alemana)
Con esta advertencia, Marx prologa la
primera edición alemana de El Capital, haciendo referencia al alcance
universal que plantea la génesis, consolidación y desarrollo de los procesos de
sociabilidad burguesa basados en un determinado modo de producción, el modo de
producción capitalista.
En El Capital, se exponen los
elementos centrales de una teoría que concibe la constitución del ser social a
partir de la actividad del trabajo como fundante de los procesos de
sociabilidad más amplios. El trabajo entendido como protoforma de toda praxis
social. Es a través de la praxis que el hombre se objetiva y a partir de dicha
actividad se crea una diferenciación ontológica entre el sujeto, portador del
objeto en una esfera / dimensión ideal y el objeto creado en el proceso de
objetivación. La objetivación de una determinada práctica, genera nuevas
necesidades y determinaciones que desencadenan nuevas finalidades y por lo
tanto nuevas objetivaciones. Es la praxis humana la que se presenta como una
unidad sintética y contradictoria de la tridimensionalidad del tiempo; es decir,
síntesis de pasado, presente y futuro.
Marx con ello, realiza una crítica
superadora (superación entendida como negación pero conservación en una forma
superior) de la herencia filosófica de la tradición idealista de Hegel y
materialista de Feuerbach, cuyo punto de inflexión la había procesado ya por
1843-1845. Pero este elemento por si sólo significaba un momento general y
abstracto. Fue el análisis y la crítica de los autores clásicos de la economía
política los que permitieron descubrir la prioridad ontológica que poseen las
determinaciones económicas – políticas, en la explicación del devenir concreto
(como síntesis de múltiples determinaciones) de una dinámica socio/histórica en
particular. Pero su teoría estaría inconclusa sin el aporte tomado de los
socialistas utópicos, fervientes expositores de la necesidad de transformación
de la sociedad burguesa. Es en la crítica del utopismo, que su pensamiento se
presenta como la antítesis del “voluntarismo” y del “fatalismo”. Marx reafirma
la concepción de que la sociedad burguesa es un producto socio/histórico
concreto, colocando en el centro a los seres humanos como seres onto/creadores.
Es así que al polemizar con Proudhon en la Miseria de la filosofía (1847)
ya hacía referencia a la necesidad de profundizar en el hombre concreto, en
cada proceso social, reconociendo sus necesidades, sus formas de organización
social, los modos de producción y reproducción, sus formas de ser y pensar.
Comprender las relaciones que se establecen entre los seres humanos a partir de
determinadas relaciones concretas de producción significa reproducir
intelectualmente, la perspectiva de la realidad como una totalidad histórico-
concreta y la historia de los seres humanos como autores y actores de su propio
drama.
El Capital no significaba para
su autor una obra cerrada o acabada. Tampoco era expresión de un momento de
inspiración. En esta obra se expone la nueva fase del proceso de investigación
y análisis que comenzó en 1843-44, tuvo un punto de inflexión importantísimo en
1859 con el Prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política,
comenzando a transitar hacia su momento de madurez, que se objetiva en esta
obra y continua hasta su muerte.
La segunda mitad del siglo XIX,
constituye un momento de expansión del proceso de producción capitalista de
mercancías, en que la fuerza de trabajo se vuelve, ella misma, una mercancía
más. El mercado se presenta como la forma específica de sociabilidad que
muestra y esconde al mismo tiempo la unidad orgánica de la totalidad constituida
por la producción, distribución, circulación y consumo. La mercancía es la
célula económica capaz de mostrar la anatomía de la sociedad burguesa, en tanto
como forma social específica de producción de la riqueza, contiene al mismo
tiempo, trabajo concreto y trabajo abstracto, valor de uso y valor de cambio.
Según Marx, no constituye esto una mera
minucia o sutileza declarada por el Profano. Con la abstracción del valor de
uso, de las propiedades particulares de cada producto, se desvanecen todas las
cualidades del proceso de trabajo específico y las determinaciones particulares
productivas del trabajo, reduciendo los procesos de trabajo a trabajo humano
indiferenciado, a trabajo abstractamente humano.
Es en el mercado que se desarrollan las
relaciones cuantitativas en las que las mercancías se intercambian, unas por
otras. El valor aparece como contingente, relativo e intrínseco. Sobre esta
apariencia emerge lo misterioso de la forma mercantil. Las formas sociales del
producto del trabajo humano emergen como reflejo ante la mirada de los seres
humanos, con características objetivas, intrínsecas, naturales, propia de cada
cosa. Las relaciones sociales se presentan al margen de las relaciones entre
productores. El fetichismo se expande a todas las formas de la relaciones
sociales y es sintetizado por Marx en la frase: Quid pro quo (tomar una
cosa por otra).
A lo largo de esta obra , Marx expuso
la esencia del proceso de valorización del capital basada en la propiedad
privada de los medios de producción, en una división social del trabajo que
fragmenta el hacer del pensar, en la explotación cada vez más extensiva e
intensiva del trabajo asalariado, en la acentuación de las contradicciones de
clase y la emergencia recurrente de las crisis como amenazas constantes y
oportunidades para sostener la ley general de acumulación capitalista, según la
cual, la producción de la riqueza social implica al mismo tiempo la
reproducción de la pobreza.
El metabolismo de reproducción de las
contradicciones sociales gestan las condiciones de posibilidad para su
superación. El modo particular de explotación del trabajo en la sociedad
burguesa generando procesos de des-socialización crecientes, multiplica y
agudiza las contradicciones y conflictos de clase.
Marx nos advierte: lo que aquí se trata
como objeto de análisis y reflexión, es nuestra propia historia. Esta realidad
no nos es ajena como trabajadores organizados y no podemos establecer con esta
obra un punto de vista puramente teórico. La teoría social propuesta está directamente
vinculada a la búsqueda de leyes tendenciales que explican la esencia del
proceso de producción y reproducción de las relaciones sociales en la sociedad
burguesa, para contribuir a la construcción de un proyecto de transformación
social revolucionario.
En la contemporaneidad, la nueva
configuración de la clase trabajadora (más heterogénea, compleja y fragmentada)
desde el punto de vista objetivo como subjetivo por las transformaciones
ideológico/políticas que ha significado el avance del capital con su proyecto
neoliberal y neoconservador, la derrota del régimen soviético y las
insuficiencias del reformismo social/democrático, no puede ceder ante la
prédica del fin de la historia y la perpetuación eterna de la sociedad
capitalista.
La actual coyuntura, por sí misma, no
significa la eliminación de las posibilidades de transformación de las
relaciones sociales en la que nos encontramos los trabajadores, la disminución
de nuestras capacidades de lucha, ni nos priva de las posibilidades de
triunfar.
Para Marx, la lucha de la clase
trabajadora, como sujeto histórico revolucionario, es una lucha con sentido
emancipatorio, cuyas posibilidades objetivas deben ser forjadas en el
aprovechamiento de las situaciones de crisis. Crisis que en la contemporaneidad
son cada vez más recurrentes e invaden todas las esferas de la vida social:
crisis ecológica, crisis socio-económica, crisis política, crisis simbólica y
de sentido.
El movimiento obrero organizado tiene
el desafío de afrontar el conjunto de las crisis dando unidad a todos los
desafíos que ponen en riesgo la propia sociedad al arrastrarla hacia la
barbarie dentro del actual padrón producción social. No es posible, desde la
perspectiva teórica fundada por Marx, tener un posicionamiento derrotista ni de
resignación. El desafío es la reconstrucción del movimiento obrero
revolucionario, la discusión de su proyecto emancipatorio, su reconfiguración
como sujeto político y la redefinición de la estrategia a desarrollar.
Las conquistas de los derechos
económicos, políticos y sociales dentro de los límites de la sociabilidad
burguesa han estado signados por la conquista democrática de los trabajadores
que se han organizado en el marco del movimiento sindical como en las distintas
expresiones político/partidarias. Ambos instrumentos (sindicatos y partidos)
son centrales en el proceso de construcción de un proyecto revolucionario
transformador, que busque confrontar el vaciamiento político que la propia
dinámica del capitalismo engendra e intencionalmente promueve como forma de
silenciamiento de los de abajo, generación de impotencia, apatía, e
indiferencia.
No hay resistencia en la indiferencia.
Especialmente los trabajadores a través de nuestras organizaciones de clase,
debemos reapropiarnos del proceso de socialización de la política que el propio
capitalismo generó en su proceso de expansión a fines del siglo XIX y XX.
Hoy, la ofensiva del capital profundiza
el proceso de mercantilización y fetichización de la vida social en su
conjunto, y se acompaña de la renovación del pensamiento neoconservador que
promueve la acción política como una acción de élites dirigentes/intelectuales.
A lo sumo, en el mejor de los casos presenta las distintas esferas de la vida
social como esferas segmentadas y fragmentadas, como objeto de luchas
parciales. La resistencia debe ser construida en la unidad de la clase
trabajadora más allá de las divergencias político/partidarias. Unidad de la
diversidad de tendencias, purgando los vicios y las prácticas de partidización
y dominación en el marco de aparatos.
En aquella advertencia de Marx a los
obreros alemanes, encontramos la síntesis del compromiso para la unidad y la
lucha. Recuerda: ¡A ti se refiere la historia!
A modo de síntesis, transcribimos uno
párrafos de la carta por un obrero, a propósito del significado que tuvo El
Capital.
"Al Doctor Karl Marx, en Londres:
Señor:
Permítame, se lo ruego, que a pesar de
que usted no me conozca, le rinda homenaje por los méritos inapreciables que ha
adquirido con sus investigaciones. La ciencia y, sobre todo, la clase obrera le
deben su agradecimiento. Desde mi juventud, a pesar de que entonces sospechaba
más que comprendía la rica sustancia de sus escritos, fui cautivado por ellos y
no cesaba de leerlos y releerlos hasta que se me presentaban con suficiente
claridad. El entusiasmo que me produjo el estudio de su obra publicada en
Hamburgo me ha llevado a la inmodestia, quizás inoportuna, de presentarle mi
reconocimiento, mi respeto y mi gratitud.
[…]
En su obra explica usted por primera
vez, de manera clara, irrefutable y científica, lo que a partir de ahora
constituirá la tendencia consciente de la evolución: someter a la conciencia
humana el proceso de producción social, el cual hasta el presente constituía
una fuerza ciega de la naturaleza. Su obra inmortal es haber dado inteligencia
a esa tendencia, es haber demostrado que nuestra producción no tiene cabeza.
Con el tiempo, recibirá un reconocimiento eterno. También leo entre líneas en
su libro que su economía fundamental supone a su vez una filosofía fundamental.
[…]
Perdóneme por haber abusado así de su
tiempo y de su atención; pero he creído que usted estaría contento si le
demostraba que la filosofía de un trabajador manual es mucho más clara, por
regla general, que la de nuestros profesores de filosofía actuales. Apreciaría
más su aprobación que mi nominación para cualquier academia.
Acabo la carta recordándole una vez más
mi gran interés por sus esfuerzos, que van mucho más allá de nuestro tiempo. El
desarrollo social, la lucha por la supremacía de la clase obrera, me interesan
mucho más vivamente que mis asuntos privados. Sólo lamento no poder cooperar de
manera más decisiva. Allons, enfants, pour la patrie!!!"
Josef Dietzgen
Maestro-obrero en la fábrica de cuero
Vladimir Vassili-Ostrov, San Petersburgo.
24 de octubre (5 de noviembre) de 1867.
Publicado en las Cartas a Kugelmann.
Autora:
Prof. Adjunta FCS. Master Servicio
Social. Grupo de Estudios del Trabajo. Secretaria General de la Asociación de
Trabajadores de la Seguridad Social
Bibliografía:
Karl Marx. (1867) El Capital. Siglo
Veintiuno editores. Buenos Aires. 2010
__________(1847) La Miseria de la
Filosofía. Ediciones Bergua. Madrid. 1933
_________ Cartas a Kugelmann. Ediciones
Península. Barcelona . 1974
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